miércoles, 12 de febrero de 2014

Comienzo.


"Siempre estaremos juntos, lo prometo".


Ojalá hubiera podido hacer algo por mantener aquella promesa que le hizo a Yeul hacía unos años, una tarde mientras anochecía, recordaba perfectamente aquel día, de un modo totalmente gráfico y esquemático incluso, como si hubiera sido ayer mismo. Aquel día estaban esperando a Caius, que había ido a trabajar, en una plaza de la aldea donde habían nacido. Los tres eran inseparables desde hacía unos años, y entre ellos había un vínculo especial y único. Quería muchísimo a ambos, por ellos hubiera hecho cualquiera, al menos cualquiera que estuviera en su mano. Lástima que sus manos fueran tan inútiles.



Yeul, la dulce Yeul, tan delicada como una preciosa flor, ella era una flor, una que florecía en el desierto, hermosa y esperanzadora. Ella siempre fue como una hermana para él, incluso podría decir que como una madre, con ese modo de ser, tan protector a veces, cariñosa y única. Con ella sentía que podía hablar de cualquier cosa, que podría abrirle su corazón sin ningún tipo de miedo, que nunca le juzgaría, que le apoyaría siempre en todo momento. Siempre había pensado que la protegería de cualquier mal, que nunca dejaría que nada la atormentara o dañara. Pero es distinto desear que poder, ¿no? Eso es algo que aprendió a base de golpes en su corazón. Recordaba tan duramente aquel día en la que la chica cayó enferma, presa de una enfermedad extraña y sin ninguna cura, recordaba su aspecto pálido mientras se encontraba postrada en aquella cama, pidiéndole que no se apartara de su lado de aquel modo con la que no pudo hacer nada. Sabía que quería estar acompañada hasta el último momento, mientras Caius buscaba una solución, una cura a su enfermedad. Pero no hubo nada que hacer...



Caius. Éste era mayor que Yuel y él, y pese a que había grandes diferencias de edad la verdad es que era el mejor amigo que jamás hubiera podido imaginar. Mantenían una extraña relación de amistad y rivalidad, ambos entrenaban juntos, y aunque siempre se consideraron compañeros la verdad es que él había sido mas bien su mentor. Le había enseñado casi todo lo que sabía, a pelear, incluso a estudiar en muchas ocasiones. Era como un hermano, o incluso más. Sin duda Caius siempre fue alguien de suma importancia en su vida. Por eso dolió tanto su partida, y más en aquellos momentos que eligió para desaparecer sin más.



Poco después de la muerte de Yeul y darle sepultura Caius desapareció de la aldea. Sabía bien de los sentimientos de éste hacia su amiga, y que debía haberlo pasado de una forma espantosa, ¿pero de verdad tenía que irse así sin siquiera avisarle? Siempre sintió cierto dolor porque de algún modo en todo momento se sintió disminuido ante Caius ante la presencia de Yeul, ¿eran celos? A lo mejor sí, seguramente ese dolor que sentía cuando les veía juntos era eso, celos, al saber que no era tan importante para Caius como ella lo era. Pero cuando además éste se fue de la aldea luego del fallecimiento de ésta, sin siquiera molestarse en decirle nada, ni una palabra, fue algo que le dañó de una manera inimaginable. Ya era duro y triste haber perdido a su mejor amiga como para además perder a Caius, seguramente la persona que más le importaba, darse cuenta de lo poco que había significado en la vida de éste como para no haberse molestado siquiera en dirigirle la palabra. Se daba cuenta de que seguramente Yeul era el único motivo que los unía. Y eso dolía.



Permaneció poco más de un mes en la aldea, deseaba e implorara que Caius volviera, pero en su interior tenía claro que éste no iba a volver, no le importó dejarle atrás, tampoco iba a molestarse en volver o en tratar de comunicarse con él. Así que finalmente él también abandonó la aldea. Visitó el sepulcro de Yeul y le dijo adiós, sollozando y pidiéndole perdón por no haber podido hacer nada por ella. Y se fue. Ya nada le ataba a ese lugar, allí vivió feliz, pero los motivos de esa felicidad ya no estaban, así pues decidió salir, viajar por el mundo, tratar de encontrar algo que le sentido a su vida, por muy duro que fuese, por mucho que les recordaba. A Yeul. A Caius.



Caius...



Llevaba ya una semana en aquella ciudad, Mecha Babylon. Era una ciudad tan distinta al sitio donde había vivido toda su vida, eran tan... moderna, tecnológica, tan avanzada en todos los sentidos. Le sorprendió incluso saber que allí eran muy populares unos androides con un aspecto totalmente "humano", que se adquirían y pasaban por cualquier persona normal, que los compraba la gente para que les hicieran compañía. La verdad es que aunque era curioso no le interesaba ese tema, la verdad es que le costaba mucho acercarse a la gente, en su mente aun estaba muy presente el recuerdo de sus amigos. En especial de Caius. La verdad es que le costaba mucho quitarse al mayor de la cabeza, cosa que le torturaba, aunque intentaba no darle importancia al adulto. Le extrañaba, ya está, pero no volvería a verle y no debía seguir sumiéndose en aquella tristeza. Consiguió empezar a trabajar de mercenario, aunque solo había hecho un trabajillo desde que llegó, aunque algo era algo, y además le cobraron bien, lo que le permitió hospedarse de momento en un hotel. La verdad es que aquel lugar le gustaba, tal vez podría conseguirse un apartamento y ver si allí conseguía asentarse, ¿ser feliz? No era muy probable, pero no quería dejarse hundir, quería intentar salir a frote, no quería ser de aquellas personas que vivían amargadas y solitarias. No, no era lo que deseaba. Aunque no deseaba olvidar nada. Y mucho menos a Caius. Ojalá estuviera bien. 



Se encontraba sentado en una banca de aquella plaza, era bonita, algo concurrida, pero le gustaba bastante, había una fuente en el centro con una bella escultura de un dragón. Sonrió mirándola, le recordaba a él. -Otra vez, joder...- masculló negando con la cabeza y dándole un golpecito en la sien, ¿por qué todo le recordaba a él? Era una tortura. Miró al cielo suspirando. Ojalá todo fuera diferente.



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"Mi corazón es el Caos mismo".


Desde que supe de la existencia de este lugar no pude si no aventurarme a ver con mis propios ojos de que se trataba, pues tras la muerte de Yeul mi vida quedó vacía, y lo que se rumorea acerca de los androides despertó por completo mi interés. La sola posibilidad de un androide hecha exacta a Yeul es mi última esperanza para mantener mi entusiasmo por vivir. Tras su muerte mis días dejaron de tener sentido, operando en mí un sistema de eterna oscuridad interna que desencadena únicamente en el desconsuelo por su ausencia. Era ella mi motivo, mi alegría secreta y mi obsesión. Mi difícil corazón se lo había ganado Yeul con su hermosura y su sencillez y madures. De mis ojos ella se volvió la dueña absoluta, así como de mi corazón y todos sus secretos. 



El tiempo transcurría, y con éste mis sentimientos continuaban alimentándose, albergando la esperanza de que los suyos alguna vez se viesen florecidos y me correspondiesen. Con ello comenzó mi obsesión a ella y mi lejanía y rivalidad secreta con Noel. Al principio éramos nosotros tres y no había codicia, no había desdén, ni desconfianzas o celos. Estos fueron desarrollándose junto con mis sentimientos por Yeul. Pero al principio nuestra amistad nos mantuvo unidos y fueron tiempos buenos, donde los tres sonreíamos bajo el sol, la nieve o la oscuridad. Sin importar lo material, sin importar la falta de alimento, las raciones, sin importar si al día siguiente habría o no para comer, pues sabíamos que lo verdaderamente importante era aquello que nos mantenía unidos, nuestros lazos. Enseñé a Noel las artes de la buena caza y las hubo aprendido de forma muy aplicada en tiempo record incluso impresionándome por su dedicación, siempre tan entusiasta, siempre tan dispuesto, como una sombra que me siguiese a donde quiera que me encontrase.



Al principio todo esto me alegraba, me resultaba incluso inspirador, me halagaba y me enorgullecía, pero luego, mis sentimientos por Yeul me comenzaron a hacer cambiar mi perspectiva, pues anhelaba su amor para mí, y al no ver indicios de parte suya que me indicasen que ella podría estar sintiendo lo mismo por mí que yo por ella, al continuar transcurriendo el tiempo sin que tal cosa sucediese, comencé a preguntarme si era acaso que en su corazón ya existía alguien más, y fue entonces cuando empecé a ver a Noel como un rival en secreto. Uno que me podría ganar el tesoro más codiciado por mi corazón, el amor de Yeul. De esa manera muchas veces me vi pensando en su compañía como intrusa y a sospechar de sus intenciones para con Yeul. Le veía como si estuviese esperando cualquier oportunidad para quitármela y lo peor, es que temía a tal cosa por qué imaginaba que Yeul podrí estar secretamente enamorada de Noel. Despu♪0s de todo él era mucho más joven que yo y gustaba de sonreír tanto como ella antes de enfermar de manera terminal. Fue por tal razón que cuando me enteré del estado de salud de Yeul, mi obsesión se volvió tal, que quise aislarla de todo y de todos, quedármela para mí, para así poder tenerla hasta su último aliento, más no así me lo permitió ella mientras pudo, pues siempre quiso que los tres nos mantuviésemos unidos. De manera que no pude evitar la presencia de Noel del todo, solamente puede restringirla en lo posible, mirándole siempre receloso, a la defensiva cada vez que se acercaba a Yeul, temiendo lo peor en todos sentidos, lo peor en el sentido de que ella muriese en cualquier momento, y que su amor fuese de él y no mío al final. 



Tal era mi desconfianza y mi desesperación que me asilé de todo y de todos durante la fase final de la enfermedad de Yeul, atendiendo a Noel únicamente por obligación, por qué así Yeul lo quería, y por qué después de todo yo vivía para complacer sus deseos en vida y juré también que su muerte. Juré que jamás le olvidaría y que haría cualquier cosa con tal de mantener viva su memoria. Por tal razón mis incansables investigaciones científicas para preservar a Yeul, me llevaron a descubrir la existencia de este lugar, un lugar donde mis ilusiones volvieron a florecer y la esperanza de preservar la vívida memoria de Yeul de forma eterna, y que esta fuese sin duda solo mía, me hicieron emprender viaje de inmediato hasta llegar aquí. 



La cantidad de dinero invertido y por invertir no era algo que me importase, pue me las arreglaría para costearlo, así como me las arreglé para poder costear el tratamiento de Yeul, sus hospitales, sus medicinas, sus chequeos, sus médicos, sus estudios. Pero todo ello significaba poner más esfuerzo y por ende, trabajar más. De modo que era ahí cuando Noel me sustituía y ocupaba mi lugar de guardián en mis momentos de ausencia haciéndole compañía y cuidándola. Sin embargo, yo sabía que Noel también trabajaba muy duro para hacer lo que pudiese cuando era yo quien estaba al lado de Yeul, pues nunca le gustó sentirse inútil, y así, entre los dos cuidamos de ella hasta que exhalase su último aliento con el cual mi corazón se marchitase sabiendo que nunca fui merecedor de su amor. Para entonces, mi dolor fue tan terrible como un monstruo insaciable que hasta el sol de hoy no ha sabido encontrar consuelo, y por ello, me aparté de Noel, pues verle me la hacía recordar, y al amor que nunca pude tener y que nunca supe si él sí llegó a tener en secreto, como tampoco supe nunca con palabras si Noel le amaba, pero lo imaginaba y me era suficiente.



Su muerte fue lo más difícil que jamás haya debido enfrentar en toda mi existencia, y algo a lo que no me repondré. Pero esta posibilidad de crear un androide hecho a su imagen y semejanza me ha despertado, evidentemente, mucho más que simple curiosidad, se han vuelto mi nuevo objetivo. Y ahora mismo me veo transitando por las calles de esta ciudad tan prometedora. Mis pasos siendo guiados a través de una concurrida plaza, y mis ojos no podían si no apreciar estas fascinantes criaturas, producto de la tecnología, misma tecnología que podría crearme una igual a Yeul. Estas criaturas sonreían, lloraban, lucían exactamente como humanos, y algunas incluso se besaban con sus amos, cosa que elevaba mis expectativas, mi obsesión. Pero de entre todas las personas, vi una en específico, un humano que no pasó desapercibido por mi visión aún en medio del tumulto, se trataba de él, de Noel. Verle aquí me generó desconfianza. Me hacía preguntarme acerca de sus intenciones, y solo podía imaginar que había venido con las mismas que yo, en busca de un androide igual a Yeul. Ante tal pensamiento mis celos se hicieron presentes y enarqué una ceja observándole desde una distancia prudente. 



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Estaba de aquel modo, muy melancólicamente, suspirando. Pero odiaba ponerse así, si abandonó la aldea era para empezar de cero, dejar atrás aquellos tristes recuerdos. Claro está que tampoco deseaba olvidar todo, porque no deseaba olvidar por ejemplo a Yeul, ella era algo hermoso que le ocurrió, una de esas amistades que hoy en días escaseaban, sincera, comprensiva. Ella era la única persona a la que confió uno de sus más guardados secretos, que era su orientación sexual, y esa confeción fue algo que les unió más, si es que aquello era posible, pero de verdad que su apoyo fue algo extremadamente importante para él. Descubrió que era gay cuando tenía unos quince años, por un muchacho de la aldea que era tres años mayor que él y con quien tuvo un pequeño idilio, no fue a más, la verdad es que algo le impedía terminar de abrirse el chico, pero quedó confirmado cual era su verdadera orientación. Se lo confesó a su amiga, la cual le apoyó en todo momento. La verdad es que ella siempre fue un verdadero encanto, y muy madura desde siempre, mucho más que él, la verdad.


Suspiró pensando en ella y pensando seguidamente en Caius, encontrándose con sentimientos divididos, él era una de las personas que más quería, junto a Yeul, pero recordarle también le provocaba dolor, aunque era distinto al de Yeul. El mayor había sido su mejor amigo, pero le abandonó, le dejó solo con su dolor sin una palabra de despedida o consuelo. Aunque la verdad es que desde antes se habían distanciado, no sabría decir en cualquier momento, pero Caius se había alejado. ¿Por qué? Eso le provocó dolor, incluso Yeul lo había notado, y se daba cuenta de que había tratado de animarle mucho. Pero nunca se lo tomó tan en serio, pensaba que Caius estaría estresado o algo con sus labores. Pero cuando se fue acabó por romperle por dentro, le extrañaba, demasiado como para olvidarle, demasiado como para pensarle sin sentir dolor.



Negó con la cabeza pensando que de ese modo jamás empezaría de cero ni sería feliz, tenía que hacer algo y no sabía qué. Miró alrededor viendo a la gente pasear por la plaza, todos distintos, de diferentes y variadas razas, androides, de todo. Cuando divisó una figura inolvidable, inconfundible. Su corazón dio un vuelco alicinante, latiendo apresurado en su interior, y se puso en pie como impulsado por un resorte, con los ojos muy abiertos, su boca reseca. -¡Caius!- el grito fue muy fuerte y llamó la atención de mucha gente alrededor, pero ni les dio cuenta, no debaja de mirar a esa persona, y sin más comenzó a correr en su dirección, sin siquiera pestañear con temor a que aquella figura desapareciera de pronto. -¡Caius!- gritó de nuevo acercándose y parándose frente a éste, mirándole de arriba a abajo. Era él, era Caius. Aunque... de pronto se sintió estúpido y sin habla, porque recordó que éste le dejó atrás sin más, sin interesarse ni preocuparse por él. Recordó que realmente no le preocupaba, ni le había tenido en cuenta. Trató de controlar su angustia y aquellas emociones reteniéndose en su pecho, tratando de mantenerse firme y no derrumbarse en ese mismo instante. No oba a hacer el ridículo, o al menos intentaba no hacerlo. Sonrió suavemente, expresando un cariño que no había pretendido mostrar. -Caius... cuanto tiempo...- susurró en voz baja, aun mirándole fijamente. -Tú...- quiso preguntarle muchas cosas, quiso reprocharle todo, quiso gritarle, incluso deseaba golpearle por haberle hecho sufrir tanto, pero se quedó quieto y estático, observandole. -¿Cómo te ha ido?- fue lo único que atinó a preguntar.



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Indudablemente se percata de mi presencia, pues suelta mi nombre en un sonoro grito que aún en medio de la gran multitud no pudo pasar desapercibido por muchos, y por supuesto, yo menos que nadie era la excepción. Su mirada me escudriña, quien sabe lo que estará planeando, pero estoy preparado para todo. De modo que cuando se me acerca y me saluda de cerca, mantengo mi rostro inexpresivo. En ese momento lo único que me venía a la mente era que su estadía aquí tenía que ser por la misma razón que la mía, una Yeul androide, lo cual me generó celos de forma involuntaria y un estado de nueva alerta. Podría ser que me ponga celoso de que alguien más tenga a una Yeul para sí, pero encima de ello, si ese alguien era nada más y nada menos que Noel Kreiss, tal sentimiento incrementaba con creces, pues en vida fue mi competencia por el amor de Yeul, y en muerte al parecer también se empeña en serlo. Da la impresión que me lo quisiera arrebatar todo, y no se lo permitiré, no ésta vez, ahora al mínimo indicio de amenaza por su parte, conocerá mejor que nunca cómo soy por las malas. 

- Noel Kreiss... – Le saludé con desdén.
- Parece que no ha sido el suficiente. – Respondí ante su saludo de "cuánto tiempo".
- Pero al parecer ninguno de los dos pierde el tiempo en nimiedades cuando hay una ciudad tan.... tecnológica, esperando por nuestros planes. – La lancé la indirecta. 
- Espero que estés la mitad de preparado que estoy yo para todo. – Le amenacé mirándole a los ojos con aire de suficiencia. 
- Al parecer estoy igual que tú de informado al respecto de las maravillas tecnológicas de ésta ciudad, lo cual indica que me ha ido bien, y a ti también, pues estás aquí y ahora precisamente. – Fue mi respuesta llena de ironía respecto a "cómo me ha ido"



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Se sintió completamente frío y aturdido ante aquella mirada que le dirigió el mayor, no es que esperara un afectuoso reencuentro, porque Caius no era de esos, no esperaba abrazos ni alegría, pero al menos alguna sonrisa, por pequeña que fuese si que habría esperado recibir de parte de su mejor amigo, de la persona en la que siempre estaba pesando, aquel a quien extrañaba tanto. Pero solo recibió aquella mirada tan fría y carente de todo tipo de cariño, ¿qué era eso? ¿Acaso no eran ellos amigos desde hace tanto? Habían compartido muchas cosas, Caius había sido su amigo, su rival y su mentor, había sido una presencia que siempre estuvo ahí, guiándole y apoyándole en los momentos difíciles, en la alegría, en tantos momentos. ¿Era posible que el único nexo que había entre ellos hubiera sido Yeul? ¿Qué por eso Caius parecía sentir aquella indiferencia hacia él? Él sabía que su actitud empezó a cambiar con él y hacerse más distante poco antes de la muerte de su amiga, aunque nunca deseó achacarlo a nada referente a que realmente éste sentía aquella indiferencia hacia él, pero era evidente lo que pasaba ahí, a fin de cuentas, no era idiota. Caius estaba haciendo su vida, y no parecía querer tenerle cerca.

Si pensó aquello solo por ver su mirada, tras oír aquellas palabras sintió un fuerte azote en su pecho, violento y desagradable, dejándole casi sin respiración, ¿por qué ese tono de desdén? ¿Sentía desprecio la persona que más le importaba hacia él? Apretó los puños ante eso, intentó contenerse, no quería saltar en aquella situación, no quería enfadarse, no gritar, y aunque una parte de él deseaba llorar no pensaba hacerlo, no dejaría que él le viera así. Aunque sus palabras le hirieron se esforzó en mostrarse normal y natural, aunque a lo primero no se vio capaz de contestar, así que se enfocó en sus siguientes palabra, ladeando la cabeza confuso, la verdad es que no entendía a que se refería éste, ¿y qué pasaba con que esa ciudad fuera tecnológica? No era la primera ciudad tan tecnológica que encontraba, aunque debía ser la más avanzada, aunque eso no era algo que le fuera sumamente importarte, pero sin embargo Caius hablaba como si lo fuese. -¿Planes?- preguntó ladeando la cabeza y cruzando sus brazos, no entendía a que se refería, definitivamente. -No sé tú, pero mi único plan es empezar de cero...- ah, debía ser eso, que Caius quería empezar también de cero, ¿no? ¿Por eso le molestaba su presencia? ¿Era un impedimento para ello? Eso le entristecía, pero trataba de que no se notara. -¿Preparado? Bueno, he empezado a trabajar y busco un piso, aunque... no sé si capto bien a que te refieres, Caius- había algo que se le escapaba de todo eso. -Otra vez con la tecnología, nunca pensé que estas cosas te interesaran tanto, ¿por qué esa fijación repentina por ella?- preguntó finalmente directamente. -Yo llevo poco aquí, no sé mucho- no pensaba que se refiriera a los androides, a él nunca se le habría pasado por la cabeza siquiera tener uno. -Caius... ¡¿por qué me hablas de este modo?!- preguntó finalmente molesto, elevando un poco la voz, aunque habían muchas cosas que deseaba echarle en cara, como que le abandonara de aquel modo en la aldea, eso había sido un golpe para él, uno especialmente duro y doloroso. -Yo... te estuve esperando- confesó y apartó la vista, con verguenza, como si acabara de decir algo extremadamente íntimo o privado. -Somos amigos, pero parece que ya no confíes en mí, ¿qué es lo que pasa?- iba a nombrar a Yeul, pero no veía sensato hacerlo delante de él. Sabía cuanto la amo, desde siempre. Eso siempre le pesó de alguna forma en el corazón, aunque nunca había querido detenerse a pensar en porqué. No quería conocer la respuesta, o reconocerlo, no deseaba pensar en ello.

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Al enterarme de la enfermedad incurable de Yeul, no descansé ni un solo segundo intentando al menos buscar una posibilidad, pero no hubo nada, nada para poder tratar su enfermedad, nada para revertir su proceso, nada para curarla, y nada para evitar que sus días se fueran agotando de forma inevitable. Ante cada minuto que pasaba yo me iba frustrando cada vez más, y sin darme cuenta mi frustración me llevó a una desesperación obsesiva. Tenía que estar sí o sí al pendiente de Yeul las veinticuatro horas, cerca de ella. De ese modo comencé a aislarme del resto de la humanidad, aunque nunca fui alguien que compartiese con las demás personas, salvo Yeul y Noel. Noel de algún modo y a pesar de todo siempre estuvo presente, por más distancias que yo me esforzase en poner, y sé que permití tal cosa porque a pesar de mí mismo si a Yeul le hacía bien su presencia, entonces si no podía encontrar una forma de evitar su muerte, al menos las pocas alegrías que pudiese permitirle se las permitiría, pues no había nada más que yo pudiera hacer por ella. Pero mi relación con Noel se veía cada vez más afectada por mis celos, producto de mi obsesión y amor hacia Yeul. Noel a pesar de todo, no tan solo sostuvo su mano cuando yo no pude y el cansancio me vencía, sino que además intentó sostenerme y sostener la mía. Parecía realmente preocupado por ambos, pero como ahora, aún después de la muerte de mi amada Yeul, los celos, la frustración, la impotencia, el dolor me nublan el juicio. en parte soy consciente de que es debido a este facto, pero por otra, la cual es más fuerte y dominante en mí, pienso en que no puedo permitir que se quede con lo poco que me queda de ella ahora que ya no está, y siento que no puedo permitir que se apodere de una Yeul androide y que me la quite también de esa manera aunque él tampoco la haya podido tener como para habérmela podido quitar, al menos no del todo, pero si yo no hubiera estado tan pendiente como estuve, quizás eso hubiera sucedido y la duda me consume, me duele que el amor de Yeul nunca haya sido para mí. Por eso ahora no puedo permitirme flaquear ante su mirada, ante su aparente rostro de expresión contrariada o que me quiera confundir intentando aclarar "cosas" que no estoy preparado para aceptar sean o no ciertas, o más bien, falsas. 


Le dejo que hable e incluso que se ponga en plan histérico y ofendido. Cuando le dejé acabar le crucé de lado mirándole de reojo.
¿De verdad crees que soy tan ingenuo como para no haberlo notado nunca? - volteo mi rostro para mirarle por encima de mi hombro con el ceño fruncido y una mueca de enfado. 
¿Por quién me tomas?! - Alcé mi voz apretando luego mis dientes y me giré para mirarle de frente.
¿Crees que no sé a lo que has venido aquí? - Le tomé del brazo hablando con enfado, mirándole de esa manera.
Haznos un favor a ambos y di las cosas como realmente son porque ya me cansaron los jueguitos, y con Yeul muerta no pienso aguantarme ni seguirte más la corriente. - Le acerco a mí atrayéndole con fuerza y mirándole de cerca.
- Admitelo de una vez, que lo que hacías era porque te gustaba, igual que ahora. - Dije refiriéndome a Yeul y a lo que vino a hacer aquí. 


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Le miraba confuso, ¿qué pasaba? ¿Qué era lo que estaba surcando aquella mente? Caius estaba a años luz de él, estaba lejos, demasiado lejos, y era algo que se le hacía muy doloroso, siempre lo había sido, porque por muy importante que él mayor hubiera sido en su vida era más que evidente que no era un sentimiento recíproco, seguramente éste solo se hubiera acercado a él debido a Yeul, y eso era tan triste. Suspiró un poco, sabía que Caius debía estar afectado por la muerte de su amiga, siempre la había querido mucho, ¿la amaba? Sí, seguramente era amor, siempre lo tuvo presente, y extrañamente era algo que siempre le hizo sentir mal. Celos, sí, eran celos, y siempre trató de sacarse aquellos pensamientos de la mente, porque no era adecuado, siquiera entendía o deseaba entender el motivo o alcance de aquellas emociones. No era adecuado, no tenía porqué molestarle, ¿no? Debía bastarle sencillamente con tenerles a ambos a su lado, pero ahora nada de eso tenía sentido, porque ninguno de ellos estaba a su lado, una perdió la vida, y el otro sencillamente no le quería cerca, cada cual más triste. Le necesitaba, necesitaba de verdad a ese hombre a su lado, pero era inalcanzable en su totalidad, porque a él solo le importaba una persona.


Aquellos pensamientos le dieron deseos de echarse a llorar incluso, se sentía un tanto iluso e incluso engañado por todos aquellos años que consideró a Caius una persona tan importante, su mejor amigo, su mentor, ¿la persona que más le había importado? Seguramente, Yeul era otra, sin duda, pero siempre tuvo una necesidad diferente de Caius, de verle y hablarle, de estar con él cuando estaba mal, ansioso, deprimido. Era tonto, porque Caius no es que fuera una fuente de alegría, pero estar simplemente ante su presencia era algo que siempre le había hecho sentir mucho mejor. Pero había sido el único idiota que se había tomado aquella "relación" de aquella forma tan intensa, era un tanto desmoralizante darse cuenta de todas aquellas cosas tan de golpe, seguramente había sido muy estúpido por no haberlo visto antes, ahora que lo pensaba lo veía tan evidente. Era Yeul, nada más que ella, siempre lo fue, tal vez él había sido el elemento que estorbaba en aquella ecuación, seguramente por eso ahora se comportaba de una manera tan fría y distante.



¿Por qué tenía que dolerle tanto? Pero ahora debía aguantar, y estaba dividido entre insistirle un poco más y recordarle que ahí tenía un amigo para lo que fuera, o los deseos de salir corriendo de allí para desahogarse, concretamente para que éste no notara como se sentía en ese momento. ¿Podía ser tan cobarde como para hacer eso?



Las palabras de éste le confundieron, mirándole con una expresión de total extrañeza, ¿notar el qué? -¿Qué?- preguntó con tono incrédulo, no sabía a que se refería, pero la mirada de éste era demasiado distante, seria y fría. Éste continuó, por supuesto, parecía enfadado y odendido, ¿qué era lo que se había perdido? Cuando le tomó del brazo se sorprendió más, tensándose y alerta, ¿pensaba atacarle o algo? Pensar eso le dolió más de lo que pudiera dolerle cualquier golpe, ¿tanto le despreciaba? Éste continuó hablando, y se le hacía totalmente incoherente. Y doloroso. -¿Seguirme la corriente? ¿Así te tomabas nuestra amistad?- dijo con tono molesto y dolido, y las palabras siguientes de éste le dejaron helado. ¿Gustar? La pregunta era a quien se refería. Sus mejillas se tiñeron de un color rojizo, ¿podría haberse dado cuenta de lo que tanto tiempo había tratado de guardar para sí? ¿Que siempre había tenido ojos para él? ¿Que por eso había rechazado a un montón de chicos? ¿Por no sacárselo de la cabeza? -¿Q-qué?



Pero no, claro no, Caius no podía haberse dado cuenta de eso, no se interesaba lo más mínimo por él y nunca lo había hecho, era Yeul la única que acapara sus pensamientos. -¿Te refieres a Yeul?- se soltó del agarre de forma violenta, no entendía que tenía que ver ir a aquella ciudad, no quería pensar en eso, ahora estaba demasiaod afligido, ojalá no se hubieran vuelto a encontrar, ojalá... -Yeul no me gustaba, era únicamente mi amiga, ¡mi amiga!- gritó. -Casi mi hermana- siguió, aunque éste era un cabezón, era desconfiado, y estaba encerrado en sí mismo. -Soy gay, imbécil- no supo bien porqué había dicho eso, tal vez porque ya poco importaba lo que éste fuera a pensar al respecto, antes había tenido miedo de que se enterara por mil motivos, pero ahora, seguramente no iban a volver a verse, ¿qué más daba? -Mira, has lo que te de la puta gana- dijo con molestia y apartándose, maldita sea, sentía ganas de llorar y notaba su ojos aguados, pero no pensaba llorar frente a éste, no quería hacer ver cuando le afectaba todo aquello. -No tengo porqué soportar esto- se dio la vuelta sin añadir más y caminó rápidamente para alejarse de aquel lugar.



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Sus ojos se aguaron, parecía a punto de las lágrimas y muy estupefacto, pero yo no podía sino imaginar que se trataba de que le había pillado enfrentándole al fin y que por eso aquel violento sonrojo se instaló en sus mejillas pese a que me había intentado reclamar que si yo consideraba nuestra amistad como algo a lo cual seguirle la corriente. A eso no me refería exactamente, ¿O sí? Por una parte disfrutaba y sentía ganas de mortificarlo, y por la otra sabía que mi obsesiva frustración me orillaba a ese comportamiento. De cualquier manera el me salió gritando no tan solo que Yeul no le gustaba y que supuestamente era solo como una hermana para él sino que además, lo último que dijo no podía ser una mentira para encubrirse ante mí, de modo que esta vez fui yo quien se sorprendió abriendo mis ojos de la impresión. Ahora quien fue tomado desprevenido he sido yo. Miles de dudas y confusiones asaltaron mi mente. No, no podía fingir con algo así, con decir que las mujeres no le gustan porque lo que le gusta son los hombres y que es homosexual. ¿Puede ser que entonces… me haya estado equivocando todo este tiempo con él respecto a Yeul? Y si es así, entonces… ¿por qué siempre me pareció que nunca se apartaba debido a que le gustaba Yeul, a que estaba enamorado y que por eso soportaba o fingía soportarme? ¿Acaso será que…? No quería responderme a esa pregunta, de modo que le dejé que se marchase, pues yo mismo no sabía qué hacer con esta nueva información. Pero me preguntaba, ¿Por qué nunca me lo dijo? Y por el momento era mi único escape a mi trato hacia él hasta el momento. 


Cuando le dejé ir me quedé pensativo con todas esas ideas rondando en lo más profundo de mi psiquis. Si lo que Noel había gritado era cierto, entonces sin duda me había equivocado demasiado en mis sentimientos y pensamientos respecto a él. ¿Cuál iba a ser mi justificación ahora? Quizás que… ¿Temo que de todos modos Yeul al final hubiese sentido algo por él sin importar ese hecho, y al igual que yo, sin esperanzas de ser correspondida? Daba igual… Yeul, la verdadera Yeul ya no estaría más y ahora solamente me podría intentar conformar con una copia suya artificial, y esperar que esa copia no me hiciera sentir asco de mí mismo y aún más dolor con el pasar del tiempo. Me sentía más solo y vacío que nunca, y me marché a dormir a un hotel cercano. Al final daba igual todo, porque ya nada volvería a ser como antes. Lo mejor sería dejar las cosas tales y como estaban e intentar seguir con mis planes. Ya Noel no estaría más interfiriendo en ellos porque en primer lugar nunca intentó hacerlo, pero aún así, yo, sentía y siento celos ante la posibilidad remota de que el amor de Yeul haya sido para él. Y al final de cuentas es mejor así, después de todo soy una persona inescrupulosa que no es buena compañía para nadie, y mucho menos para él aunque al final empiece a recordar cosas de cuando nos llevábamos bien y le enseñaba. Pero ese sentimiento era mejor dejarlo atrás como hasta ahora. 



Al día siguiente al levantarme, salgo del Hotel tras asearme y mis pasos se dirigen nuevamente a aquel lugar, pues quedaba muy cerca de ese hotel donde pasé la noche. Quizás de ahora en adelante pueda aprender a relajarme respecto a mi obsesión, pero sé que nunca seré capaz de olvidar, de modo que si Noel finalmente me odiase seguiría siendo lo mejor para él, pues alguien como yo no le conviene a nadie, y para mí, por lo mismo. Lo mejor será dirigirme cuanto antes a esa tienda.



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Cuando se alejó lo suficiente de donde estaba Caius ya no pudo evitar que las lágrimas asomaran de sus ojos, aunque no fue un llanto estrepitoso, ya era demasiado humillante echarse a llorar sin más como para además hacerlo de manera escandalosa y evidente, no quería ser de ese modo. ¿Merecía la pena llorar por alguien que siquiera le había tenido nunca en cuenta? Sabía la respuesta, pero de igual manera sabía que las cosas no eran simplemente así de sencillas, que lo que tenía alojado en el corazón era algo que no había podido sacarse en años, y que ni de ese modo parecía fácil que eso fuera a suceder a corto plazo. Se detuvo apoyándose sobre una pared y miró al cielo, restregándose los ojos parar quitarse aquel resto de lágrimas. Si Caius iba a estar por allí tal vez sería mejor irse de aquella ciudad, aunque esa ciudad era muy grande, tampoco tenían porque encontrarse... aunque seguramente alguna vez fuera inevitable, ¿qué era lo que debía hacer? No creía soportar el encontrarse nuevamente con él y con aquella frialdad.

¿Le había tenido éste resentimiento siempre debido a Yeul? Era de locos, que le tuviera ese desprecio al pensar que sintiera algo por ella cuando a quien nunca había logrado sacarse de la cabeza era a él. Lo mejor era volver al motel donde se hospedaba y tratar de quitarse de la cabeza aquellos tristes pensamientos. Se dirigió al lugar y se tomó una pastilla suave para dormir, tumbándose en la cama y quedándose prontamente dormido.

Al día siguiente salió con unos ánimos bastante lamentables, cabizbajo y deprimido, caminando por la calle sin muchas ganas siquiera de desayunar, aunque se compró un bocadillo en un puesto sencillamente por responsabilidad. Caminando sin mirar chocó contra alguien. -Lo siento- murmuró en voz baja y sin mirar aun. -Oh, no pasa nada, precioso, casi te lo agradezco- esas palabras le hicieron alzar la vista, viendo a un chico que debía ser unos pocos años mayor que él, sonriéndole y mirándole de arriba a abajo. -¿Qué? ¿Agradecer por qué?- preguntó confuso. -Porque no todos los días me choco con bellezas como tú- la contestación descarada del chico le hizo ruborizarse un poco y apartar la vista. -Yo...- se quedó sin palabras, no era la primera vez que le halagaban así, pero le daba verguenza siempre. -¿Por qué andas tan triste?- la pregunta fue acompañada de una caricia en su mentón, mirándole y suspirando. -Nada que merezca la pena, supongo- esbozó una sonrisa suave, el chico era atractivo, aunque él nunca hacía caso a coqueteos con chicos, porque él tenía a otra persona en la cabeza... aunque esa persona le detestaba, le era indiferente, ¿por qué entonces no podía sencillamente divertirse con alguien? -¿Quieres que te acompañe?- alzó la vista otra vez para verle y sonrió. -Claro.

Caminaron sin rumbo mientras charlaban, no viendo por donde iban tampoco, encaminándose a aquella plaza por donde estuvo el día anterior, solo que en otra zona. El chico era gracioso, atractivo, pero ya está, no era como él, pero que diablos, no podía estar así toda la vida, ¿estaba siendo fiel a un sentimiento jamás correspondido? Se deprimió de pensarlo, y entonces el otro hombre le besó de improviso, pasando las manos por su cintura. Se quedó estático ante eso, ¿qué debía hacer? Lo que no quería era pensar, sentirse mal por Caius, por como le había tratado, por no ser importante para él. Finalmente se dejó hacer y correspondió al beso de forma intensa, cerrando los ojos y pasando un brazo alrededor de su cuello. Aunque en su mente de pronto ese chico se transformó en Caius, y ahí correspondió con más intensidad al beso.


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Intentaba enfocarme en qué tipo de androide mandaría a hacer exacta a Yeul, su raza, su personalidad, todo. Deseaba hacerla del modo más perfecto posible, pero la perfección en este caso solo podía ser casi completa, pues únicamente siendo la Yeul real podría ser perfecta. Pero al menos serviría para intentar preservar su memoria en lo posible, al menos serviría para imaginar que al verla veía una extensión de su recuerdo, de su presencia aquí conmigo. ¿Sería esta nueva Yeul lo que esperaba que fuera o alguna clase de decepción? No podía ser una decepción si iba a parecerse a Yeul, no podía. Intentaba convencerme de ello, intentaba seguir adelante con mis planes. Entonces no pude evitar que una voz en particular pasase desapercibida ante mis oídos. Era la voz de Noel, lo cual indicaba que estaba muy cerca. Lamentablemente pude alcanzar a escuchar parte de su conversación con algún tipejo muy lanzado que al parecer le proponía cosas de forma muy directa. No tenía la más mínima idea de que cosa haría Noel. Después de todo se trata de un aspecto suyo que no le sabía y podía reaccionar de cualquier forma respecto a este tipo de acercamientos. Daba igual, no me tiene que preocupar o mucho menos importar lo que decida o no hacer ni con eso ni con nada, pero sobre todas las cosas, menos con eso. 


Pensaba seguir caminando y seguir mi camino, pero no pude evitar sentir la rara necesidad, como algo punzante que te obliga a mirar en una dirección alertándote, aunque no sabía decir ni de qué y hacer girar mi cabeza ante lo escuchado. Cuando lo hice me encontré a Noel y a aquel tipejo besándose en medio de aquella muchedumbre. No sabía definir exactamente que lo provocaba, pero sentí mucha molestia de ver esa escena. Mi expresión se impacientó mostrándome sulfurado ante tal hecho.



Nunca me impostó nada en esta vida tanto como Yeul, pero hubo una época en la que Noel me importaba, y después de su confesión de ayer no podía sino sentirme muy encolerizado conmigo mismo por alguna razón. Quizás la misma razón que me llevó hasta en frente de ambos. Repentinamente despertó mi instinto protector y por alguna razón pensé que ver eso no me gustaba para nada. 
– Tú… - Tomé al tipejo por el cuello a punto de levantarle por este. Pero me detuve.
– Te daré la oportunidad de que corras, y si no eres demasiado estúpido, tomarás mi consejo. – El tipejo salió corriendo siguiendo mi instrucción una vez le dejé de apretar el cuello, perdiéndose de vista de inmediato sin dudarlo, tras lo cual me volteé hacia Noel mirándole encolerizado.
– Así que como eres homosexual te piensas besar y revolcar con quien primero te lo proponga y no esté tan mal a tu parecer. –Le reclamé sin saber ni a que se debió tal reclamo, pero sí que me molestaba. Ahora le tomé a él por el cuello acercándole hacia mi rostro mientras le seguía mirando estando tan encabronado.
– Nunca pensé que fueras tan fácil. Me das asco. – Casi le escupí aquellas palabras, pero entonces cerré mis ojos enfadándome aún más conmigo mismo y al volverlos a abrir le dije:
– Muy bien, lo que hagas o dejes de hacer hazlo fuera de mi vista. – Me intenté enmendar y le solté de mala gana dándome la vuelta para echar a caminar con la intención de ir por aquella androide y dejar todo este incidente atrás junto con él atrás. 



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Estaban besándose, pero más que nada se estaba dejando llevar por una ilusión y un sueño, no era correcto imaginarse a otra persona en situaciones como aquella, eso lo sabía, pero no había sido inconsciente, no había pretendido tal cosa, simplemente la imagen de Caius asaltó todos sus sentidos y solo puso besar a ese tipo con una pasión algo descontrolada, siquiera reparando en el lugar donde estaba, que estaban en público. Si bien tampoco era un escándalo sencillamente besar a alguien en la calle, era algo común y no es que estuvieran tocándose ni nada, pero de todas formas pensando se moriría de vergüenza ante algo así. Su mente y corazón eran un caos en ese momento, deseaba olvidarle, deseaba dejar de pensar en esas cosas que le provocaban dolor, y aquella forma había parecido la más buena en ese momento, ¿por qué no pasar un buen rato? 

Estaba disfrutando del fantasioso momento cuando de pronto notó como éste se alejaba de su lado, sintiéndose algo aturdido y de vuelta a la realidad abrió los ojos y se encontró con una escena que le hizo abrir mucho los ojos, sorprendido e incluso un poco asustado. Caius se encontraba ahí, aparentemente molesto y agarrando y amenazando seguidamente al hombre que acababa de conocer, haciéndole huir de forma aterrada. No le culpaba, Caius podía llegar a ser aterrador para la gente normal, seguramente su simple mirada le habría servido para salir por patas sin necesidad de haber sido amenazado. Aunque al ver salir corriendo a éste se sintió molesto, indignado, ¿qué era eso? ¿Le machacaba por dentro y además le impedía distraerse sin más? ¿Por qué se empeñaba en martirizarle?

Iba a hablar y echarle en cara que se metiera en sus asuntos cuando vio la mirada encolerizada de éste, ¿qué diablos le pasaba ahora? Sus palabras le golpearon bruscamente por dentro, mirándole sorprendido y apenas reaccionando cuando éste le agarró además del cuello con aire amenazador, haciendo que algunas personas les miraran alarmados, aunque sin intenciones de intervenir. -Tú...- apretó los puños, pero éste remató sus palabras de la forma más cruel. Se sintió mal, miserable, estúpido, porque momento antes había estúpidamente fantaseado con ese hombre que ahora se encontraba hiriéndole y humillándole sin más. ¿Era acaso homofobia? Eso parecía, era una suerte que no se hubiera enterado antes de aquello. Pero en medio de todo le asaltó la indignación de que le hubiera dicho que era fácil. Le vio alejarse y se acercó, no le faltaron ganas de darle una patada, pero se contuvo y se detuvo cerca de éste y viéndole andar. -¿Fácil? Llevo años rechazando a todo el que se me acerca por estar de enamorado de un maldito imbécil- dijo en voz alta, apretando sus puños tan fuertemente que empezó a brotarle un poco de sangre. Estaba tan encolerizado que comenzó a hablar casi sin medir las palabras. -Y ahora sencillamente quiero olvidarte, de una puta vez, porque no mereces la pena- escupió las palabras del mismo modo que el mayor le acababa de hablar hace un momento. Se dio cuenta del error que acababa de cometer, pero ya era tarde, había hablado de más y se había dejado llevar por el dolor, ya no importaba, se iría de aquella ciudad, no quería seguir arriesgándose a volver a encontrarle. -Ya sé que nunca me has tenido en estima, pero me he propuesto dejar de sufrir por eso- al menos iba a intentarlo de verdad. -Y si me quiero revolcar con quien me de la gana lo haré, porque soy mayorcito para hacer con mi cuerpo lo que me de la gana- añadió con molestia. -Tranquilo, que saldré de tu vista y no volveré a aparecer por... ella- se maldijo cuando se le quebró la voz, dándose media vuelta y saliendo corriendo de allí, no pensaba darle el gusto de verle en aquel estado, se sentía como un crío, o como una chica adolescente enamorada, era ridículo. Necesitaba sacarse a ese hombre de la cabeza, ojalá hubiera un método mágico o algo para hacerlo, ahora solo quería encontrar un sitio solitario donde nadie viera aquellas tontas lágrimas. Y ante todo no quería volver a encontrarse a Caius después de haber dicho todas aquellas cosas.


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No tenía intención de dejarle siquiera hablar, de modo que antes que lo hiciera solo le escuché llegar a decir un “Tú…”, tras lo cual al marcharme aquello se convierte en las palabras menos pensadas para oírle decir, o más bien gritar en medio de aquel gentío entre palabras, frases y oraciones diciéndome que: ¿Estaba enamorado de mí? El resto no fui capaz de procesarlo de manera adecuada, tan solo creí entender que dijo que intentó olvidarme, que rechazó a otros con sus propuestas debido a lo que entiendo dijo sentir por mí durante todo este tiempo, y que saldrá de mi vida y me dejará tranquilo para poderse revolcar si quiere con quien le apetezca. En ese momento sentí un caos interno que no supe de qué modo manejar, pero sí supe que me sentí molesto y que mis nervios se vieron sumamente afectados ante sus palabras, y sobre todo ante sus últimas aseveraciones respecto a salir de mi vida, no volver a aparecer y que en mi mente calaba muy profundo las palabras de que si quiere se revolcará con el que le dé la gana. 


¿Pero qué demonios se piensa este muchachito viniendo a revolcar mis ideas, haciéndome esa confesión así de esa manera para luego decir que hará con su vida lo que mejor le venga en gana y que desaparecerá de la mía y se revolcará con quien le dé la gana? Pero si cree que luego de venir y armar tal revuelo se podrá marchar así como así está muy equivocado. Ahora mismo se enterará. 



Eché a andar a toda prisa atropellando a quienes estorbasen en mi camino hecho un volcán a punto de estallar yendo hacia Noel por la misma dirección por la cual se fue corriendo. Noel es muy veloz, fue una de las razones por las cuales entrenarlo me resultaba tan retadora. Pero no le perderé el rastro, nunca lo hice, y ahora no voy a comenzar a hacerlo. De modo que tras un buen tramo desde el punto de partida hacia mi objetivo rastreándole desde las pisadas, el revuelo de gente asombrada, las posibles rutas y su especial y particular... aroma... le logré capturar tomándole por ambos brazos e inmovilizándole al ponerle contra una verja metálica en un callejón solitario y sin salida, bloqueando sus posibles patadas con una de mis rodillas interpuestas entre sus piernas y manteniéndolas separadas. En ese momento jadeaba un poco debido al ejercicio, y me tuve que inclinar para alcanzar su altura y poder hablarle mirándole de cerca a los ojos. Mi expresión parecía rabiosa mas mis ojos, mi mirada la traicionaba de alguna manera desconocida para mí. 
- ¿Pero qué demonios te has creído? Me haces creer que has estado enamorado de Yeul todo este tiempo para luego salirme con que eres homosexual y ahora con que sientes algo por mí? Y después de eso, ¿Te atreves a echarme en cara que saldrás de mi vista para estar con quien te de la gana? - Su respiración entrecortada, sus fuertes y veloces latidos, su pecho subiendo y bajando agitádamente, su rostro, su expresión, sus ojos llorosos y furiosos, sus labios entreabiertos, trémulos. ¿Por qué demonios me hace sentir tan perturbado? 
- ¿Con qué derecho vienes a alterar mis planes creyéndote que luego puedes irte y hacer lo que te venga en gana? - Mis ojos chispeaban con emociones encontradas y solté uno de sus brazos para agarrarle por el cuello de su camiseta retorciendo esa tela hacia arriba.
- Ahora mismo te enseñaré a no jugar conmigo. - Atrapé sus labios entre los míos besándole de forma furiosa. Sí, esa era la explicación, estoy furioso porque no creo en sus palabras, porque me han desconcertado y por eso le haré arrepentirse de haberlas dicho y de haber intentado siquiera jugar con mi mente. Después de esto no le quedará duda de que conmigo no se juega de esta manera, y si entra en choque e intenta enmendarse o salir corriendo me habré desquitado.



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Corría para alejarse, aunque no entendía porque echaba a correr, no creía que Caius fuera a querrer detenerle o decirle nada a sus recientes palabras. Él quería que simplemente saliera de su vida, y era lo que pensaba hacer, aunque tuviera que irse de aquella ciudad, ¿qué más daba? Prefería eso a sufrir a cualquier momento que se encontrara con él, o ante el simple hecho de saber que éste se encontraba en aquella ciudad, que aunque no dejara de pensar en Caius éste nunca iba a tener un solo pensamiento para él. ¿Por qué siempre tenía que andar sufriendo por cosas así? Incluso cuando eran amigos internamente al saber que éste solo tenía ojos para Yeul, aun antes de ser consciente de que se había enamorado del mayor. Amarle solo le había servido para pasarlo mal, definitivamente si pudiera sacárselo de la cabeza del corazón todo sería mucho más fácil y le sería mucho más sencillo salir adelante. Podría salir con otras personas sin ese estúpido pensamiento que una y otra vez acudía a Caius, tal vez incluso podría llegar a ser feliz.

Dejó de correr casi, aunque aun caminaba con rapidez, buscaba un sitio tranquilo y solitario donde desahogarse, y lo encontró, metiéndose a un callejón y recorriéndolo deprisa, buscando algún sitio donde dejar caer toda aquella delibidad. Era absurdo, él era muy fuerte, pero para esos temas era un completo idiota sensiblero, le superaba. Ojalá Yeul estuviera viva, ella siempre conseguía animarle de algún modo, aunque fuera con sus consejos, aunque a ella nunca le hubiera confesado su amor por Caius, tal vez porqué notó los sentimientos de éste por la chica y no quería llegar a ser un obstáculo de ninguna forma.

De pronto sitió como unos brazos le agaraban con fuerza por los brazos y le inmovilizaba contra una verja de aquel callejón. Soltó una exclamación de sorpresa y vio a Caius, mirándole de manera rabiosa. Se asustó un poco ante eso, no es que temiera a Caius, pero le dio impresión verlo así después de lo que acababa de pasar. ¿Acaso no quería que saliera de su vista? ¿Por qué entonces le había perseguido? Le oyó y frunció el ceño con molestia. -Si creías que amaba a Yeul es problema tuyo y tus paranoias, Caius, porque nunca di pie a algo como eso- dijo enfadado y forcejeando, ¿qué diablos le pasaba a éste? ¿Ahora iba con que jugaba con él? ¿Cuando? ¿Pero qué pasaba por aquella cabeza? ¿Tan cegado estaba en su propio dolor? Oyó su amenaza y se preparó para un combate, uno que poco tendría que ver con los combates de cuando entrenaban. Pero no llegó ningún golpe, sino unos labios que preisonaron con furia los suyos, de manera fuerte y firme.

Abrió mucho los ojos y sintió como su corazón comenzaba a latir anormalmente en su pecho, totalmente acelerado y violento. No lograba entender porqué éste hacía aquello de pronto, aunque enseguida pensó que jugaba, que intentaba dañarle de ese modo tras saber de sus sentimientos. Nunca le hubiera creído así de cruelmente retorcido, pero si iba a salir más herido de todo aqu, aunque aquello fuera a ser aun peor. Cerró sus ojos y correspondió al beso, aunque al contrario de la forma furiosa con la que éste le besó él lo hizo de una manera más suave, aunque pasionada, moviendo sus labios sobre los de éste, dejándose llevar por la sensación y los sentimientos que le abordaban furiosamente. Su lengua se atrevió a colarse entre los labios de éste, sabiendo que no iba a tener una buena reacción precisamente. Sus manos consiguieron librarse del agarre en sus brazos, pasando una mano por el cabello de éste, aferrándose a él y haciendo que se acerara más, besándole con más intensidad todavía.

Ese beso era mejor que cualquiera que se hubiera dado antes, aunque fuera poco donde comparar, pero es que nunca había sentido algo semenjante, tal era la sensación de besar los labios de la persona amada. Aunque todo aquello era bañado por un sentimiento de tristeza y malestar inevitables al saber como iba a desembocar todo aquello.


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No sé por qué me sentía tan enfurecido, pero lo estaba y era evidente. Me enfurecía con él por hacerme creer durante todo este tiempo que sentía algo por Yeul, que la amaba y era mi competencia en amores. Me enfurecía que Yeul nunca me hubiese hecho el caso que yo hubiese querido del modo que yo lo hubiese querido. Que nunca me haya dejado claro si tenía sentimientos por Noel o si eran producto de mi sola imaginación, obsesión y celos enfermizos los que se empecinaban en ver tales cosas. Y me enfurecía conmigo mismo por no haber sido capaz de descifrar bien ni una sola de esas cosas. Lo cierto es que si bien es difícil estar enfadado con los demás porque uno puede acabarse enfadando con uno mismo, también es cierto que lo más difícil de enfurecerse con alguien es cuando es con uno mismo, porque eso puede llevar a que por el contrario, uno se enfurezca con los demás. Al final todo eso se vuelve tanto en contra de los demás como en contra de uno mismo. Da la sensación de que no hay escape posible, pues tales sentimientos solo te consumen y te hunden hasta hacerte sentir que no hay marcha atrás. No tengo idea de cuándo acabaré de sentir tantas cosas que me hacen enfurecer, o de si incluso tan si quiera es posible que alguna vez eso me deje de suceder, o al menos del modo en que lo hace ahora. 


¿Yeul murió y se supone que la vida sigue?, no le veo el sentido a tal vida así de ese modo. Me da rabia que ya no esté, me da rabia con ella por haberse muerto, me da rabia conmigo por seguir vivo cuando ella no lo está, me da rabia no poderla resucitar, me da rabia saber que ni siquiera la mejor androide sería capaz de rellenar el vacío que queda con su muerte. Vivo lleno de coraje contra todo y contra todos, principalmente contra mí mismo. Mi modo de manejar las cosas ha sido desconfiado, obsesivo e inflexible. Es por eso que ahora al enterarme de las cosas que Noel me ha dicho siento que mi modo de proceder pretende seguir siendo el mismo aunque algo haya cambiado, pues es demasiado tiempo manejando las cosas de esta manera que ya no me siento capaz de hacerlo de ninguna otra. Y es que de todas formas mi personalidad difícil, independientemente de todo eso, incluso debido a ella es que todo esto ha llegado a como está. 



Ahora de repente resulta que Noel nunca amó a Yeul y que en realidad a quien amaba en secreto era a mí. De ser cierto, eso explicaría muchas cosas, y de no serlo ya le enseñaría una inolvidable lección de vida. Sin embargo lejos de apartarse sus labios no tan solo corresponden a los míos, sino que además lo hacen de forma tal que me hace dudar de mis intenciones iniciales, pues me impulsa a continuar besándolo con más furia para mostrarle que pienso llevar esto hasta donde tenga que llevarlo. Pero esa forma de besar me resultaba incitante. Ahora no se trataba de humillarlo y disfrutarlo debido a ello, se trataba de cuanto yo mismo lo comenzaba a disfrutar. Los labios de Noel eran suaves, mullidos, sedosos, y el sabor de sus besos y de ellos y su lengua se compararon inexplicablemente como a los de un licor suave, dulce y sumamente embriagador y adictivo. Pude ser más consciente de cuanto me comenzaba a gustar cuando mi impulso de succionar su lengua una vez la introdujo en mis labios y boca se hicieron cada vez más exigentes y me vi introduciendo la mía entre los suyos removiéndola con total dominio para saborear cada resquicio de su paladar y someter a la suya de forma demandante entre movimientos fogosos. Ahora mis brazos le rodean por las caderas atrayéndole por ellas contra las mías. A este punto mi propio cuerpo me hace notar cuanto me ha llegado a gustar esto, y que estoy realmente deseando llegar hasta el final. No me importaba que estuviésemos en público, simplemente había decidido algo dentro de mi mente que sabía que le condenaría a sufrirme de por vida como nunca lo llegué a hacer a Yeul, y eso es que lo haría mío aún por encima de su propia voluntad. 



Me gustaba su mano en mi cabello y sus dedos metiéndose dentro de ellos y acariciándome la cabeza. Me gustaba la forma en la que buscaba aferrarse de mí y a la vez aferrarme a sí mismo al hacerlo, incluso me gustaba su forma tan… dulce, y a la vez apasionada de reaccionar ante aquel repentino beso que le impuse. Entonces, al sentirme demasiado fogoso me vi en la necesidad de separarme de sus labios y aquella forma de besarnos y mirarle a los ojos seriamente por unos segundos para luego curvar mis labios de forma burlona. 
- ¿Entonces, vamos a tu hotel o al mío? – – Lo acorralaba haciéndole saber que ya no había vuelta atrás. 

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Pensaba que Caius se apartaría cuando le notaba corresponderle de aquella manera, aunque claro que no correspondió de aquella manera al beso con intensiones de apartarle, sino porque simplemente le nació besarle de aquella manera. ¿Cuantas veces había soñado con un momento similar? Desde que era mucho más joven, con sus quince años, poco después de que aquel joven de la aldea le besara mientras se encontraban en un claro entrenando con la espada. Ese muchacho que era tres años mayor había querido acompañarle, cuando era raro que eso se diera lugar, él siempre iba a entrenar y cazar con Caius de ir acompañado. El caso fue que en un momento de distracción ese chico le había tomado de las caderas y había unido sus labios, y lejos de desagradarle le había gustado, y tuvieron varios encuentros más donde se dedicaban a abrazarse y besarse. Pero nunca fue capaz de ir a más, siquiera cuando el chico le pidió tener una relación amorosa. Se negó de inmediato y cortó cualquier lazo entre ambos. Se había dado cuenta de que le gustaban los hombre, pero no fue hasta hace unos meses después cuando se dio cuenta de cuales eran sus verdaderos sentimientos, luego de ver a Caius con Yeul en brazos, dormida, dirigiéndose a casa de ésta para acostarle. Recordaba la mirada de éste observando el rostro de la chica, y sintió una punzada de dolor en el pecho.

Ahí se dio cuenta de que estaba enamorado de Caius, y de que así había sido desde hace demasiado tiempo, cuando aun era demasiado pequeño como para ser capaz de entender ese tipo de cosas. Pero Caius siempre había sido de algún modo el centro de su vida, pasar tiempo a su lado era lo mejor que le podía ocurrir, cuando éste le dedicaba tiempo en los entrenamientos se sentía feliz, cuando éste le alababa de algún modo se sentía flotar, pero tardó en darse cuenta del motivo de esas emociones.

Y ahora se estaban besando después de haber tenido aquella discusión, ¿por qué? ¿Por qué Caius acababa de besarle? No terminaba de entender aquello, porque después de aquella pelea estaban de ese modo, sabiendo perfectamente de aquellos sentimientos del mayor hacia Yeul, sentimientos que hace un momento no había hecho más que confirmar. ¿Estaba tratando de demostrar algo o de jugar con él? Sabía que nada bueno saldría de eso, pero era imposible que a pesar de ser consciente de eso pudiera apartarse y no corresponder al beso de la persona que lo era todo para él. Lo amaba tanto como para haberse hecho a un lado entre él y Yeul, le amaba tanto como para haber antepuesto su felicidad a la propia. Y sencillamente sentir el roce de sus labios intenso y demandante, intenso, notar la fuerza y suavidad de aquellos labios, era algo que se escapaba a su voluntad, pasando la mano por su cabello en una entrega total a aquella boca. 

El beso se tornó mucho más intenso, cerrando los ojos con fuerza cuando la lengua de Caius jugó con la suya de esa manera tan ardiente, sobre todo cuando además pasó las manos por su cintura, agarrándolo y apegándole más a su cuerpo. Aquello no se asemejaba siquiera a cualquier beso que se hubiera dado con otro, esa pasión, esa intensidad, y esa sensación en su pecho, el latir de su corazón de tenerle tan cerca. 

Aunque como todo lo bueno el beso acabó, siendo Caius el que separó sus labios, por él hubiera continuado el beso hasta desfallecer. Pero se enfrentó a la mirada de éste cuando le miró a los ojos, preparándose para cualquier cosa menos para lo que dijo éste. -¿Qué?- preguntó casi sin aliento, sin dejar de verle a los ojos, ¿estaba sugiriendo Caius lo que creía con eso de ir a algún hotel? ¿Qué era lo que estaba pasando por su cabeza? Sintió como las piernas le temblaban y tragó saliva, todo sin dejar de verle a los ojos, aquellos ojos que le perdían desde su infancia. -Mi hotel queda muy cerca- dijo en voz baja, apartándose de éste y cogiéndole del brazo para que le siguiera, soltándole después. -Quería un hotel cerca de la zona céntrica, está por aquí mismo- añadió nervioso. 

¿Estaría Caius tomándole el pelo? Bueno, Caius no era de los que gastaban bromas pesadas, pero después de todo lo que le había dicho y de lo enfadado que había aprecido éste quien sabe que era lo que le pasaba ahora por la cabeza. Mientras caminaban se relamió los labios, ¿había sido ese beso una broma? No creía, había sido tan... apasionado. Y pensar en lo que podría llegar a ocurrir una vez llegaran al hotel le ponía nervioso, porque si bien podría no pasar nada ya se por una mala jugada o que éste se arrepintiera, también podría ser que si ocurriera "algo" entre ellos. La idea le daba una mezcla de miedo y deseos, era virgen y le daba cierto miedo llegar al acto, pero igualmente sentía un torrente de deseos destinados a esa persona, a Caius.

¿Qué pasaría finalmente? 

-Es ahí- dijo señalando un edificio, adentrándose en el lugar y metiéndose en el ascensor para llegar a la segunda planta, dirigiéndose a una puerta y sacando una tarjeta para abrirla, dejando que éste entrara, volteándose para verle, nervioso. -¿Quieres tomar algo?- preguntó para romper el hielo.

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– “Oh Noel, te enseñaré a no jugar conmigo, a no ponerme a prueba. Y te aseguro que aprenderás esta lección de por vida.” Pensé al verle así de nervioso y tambaleante, hablando en aquel tono tan bajo y suave y luciendo tan contradictoriamente asustado y excitado. Por supuesto le seguí una vez me tomó de la mano guiándome. 
– “ ¿Qué pretendes Noel, demostrar que me dejarás llevar esto hasta el final sin arrepentimientos? Eso ya lo veremos.” – En algún momento del camino Noel me suelta de su agarre en mi mano, notando la suya firme y a la vez temblorosa viéndole luego relamer sus labios algo pensativo, lo cual me incitó instintivamente a relamer los míos sonriendo de medio lado sin dejar de mantenerlo en observación.
– ”¿Intentas demostrar que no tienes miedo? Pero yo puedo percibir y oler tu miedo por más que te esfuerces en disimularlo ante mí, y eso me excita.” – Al poco rato Noel llama al ascensor y subimos. Mis ojos no se apartaron ni un solo instante de él, y aunque me mostraba calmado simplemente aguardaba hasta que finalmente el elevador llega al piso adecuado y nos salimos para seguir caminando hasta quedar frente a la puerta de donde se está hospedando. En ese momento Noel extrae una tarjeta llave, la cual desliza por una ranura destinada e ello y notándole tembloroso abre la puerta, tras lo cual ambos ingresamos al interior del lugar. Cuando me ofreció algo de tomar mis ojos le miraron de arriba hacia abajo y de vuelta de forma intensa y finalmente curvo media sonrisa triunfal.
– Bien sabes que no he venido a tomar otra cosa que no sea a ti. – Me le voy acercando hasta acorralarlo y finalmente cuando le dejo contra la esquina de una pared le rasgo la camiseta por sus hombros abriéndola por el centro luego sin dejarle de mirar a los ojos de forma depredadora.
– Y en este mismo instante comenzaré. – En ese momento le puse de espaldas contra la pared más cercana a esa esquina y dejé su mejilla casi estampada contra la misma tomándole del cabello con una de mis manos, separar sus piernas interponiéndole una de mis rodillas e inclinarme hasta dejar mis labios al nivel de su oído mientras deslizaba los dedos de mi otra mano por sus labios dejándoselos entreabiertos e introduciéndoselos un poco.
– No hay modo en el que salga de aquí sin obtener lo que vine a buscar de ti Noel. – Le suponía asustado y le volteé para poderlo observar de frente y disfrutarlo mejor, tras lo cual deslicé esos dedos en sus labios haciéndolos resbalar por ellos y los llevé hacia su mano tomándole de ella para conducirla hacia el interior de mis prendas bajo mi cinturón y apretándosela en torno a mi miembro. En ese momento llevé nuevamente mis labios a su oído mientras la mano con la que antes le aferraba del cabello ahora se desliza por su torso y va bajando lentamente hacia su abdomen y pelvis quedando sobre su cinturón.
– Ya no hay marcha atrás…. Hago una breve pausa en mis palabras mientras introduje mi mano dentro de su cinturón y sus prendas tomando yo también su miembro, agarrándole con firmeza.
– Noel. – Completé deslizando mi lengua por su cuello para luego mordérselo y succionárselo haciendo que mi mano sobre la suya se moviese sosteniendo mi miembro con firmeza a la vez que yo movía la mía sobre el suyo del mismo modo. Ahora así Noel se arrepintiese ya era demasiado tarde como para perdonarlo y dejarlo hasta aquí.

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El camino hasta el hotel, aunque era corto, se le había hecho infernalmente largo, el silencio de Caius había resultado muy incómodo, la situación era tensa y extraña, éste le miraba de una manera muy seria y penetrante, y aunque hubiera deseado cortar aquel silencio no encontraba la manera. ¿Qué decir tenía que se sentía totalmente nervioso y tenso? ¿Qué era lo que estaba pasando ahí? ¿De verdad estaban dirigiéndose a su hotel para mantener relaciones sexuales? ¿Así sin más? Suspiró mientras se dirigían al lugar, estaba seguro de que Caius estaba jugando con él, aunque la duda es si su juego era hacerle creer que se acostarían o si su juego era acostarse sin más y después que se acabara todo. Pasara lo que pasara sabía que acabaría herido, pero estaba ya tan acostumbrado a que él le hiciera sufrir que ya no importaba el como, si podía llevarse aquella experiencia, si ojalá pudiera, de algún modo, algún doloroso modo, se sentía satisfecho, algo al menos. Eso creía.

Le asustaba también le situación, no podía negarlo, se sumaba el amor que le tenía a que era virgen aun y eso hacía que se sintiera muy nervioso, pero no pensaba echarse atrás por nada del mundo, quería demostrarle ese amor que le tenía, que nunca dudara de la confesión que acababa de hacerle hace un momento, y si la forma era entregarse a él de aquella forma lo haría con todo su amor. 

En el ascensor le miró de reojo, pero seguía siendo observado por éste de esa forma, ¿lo hacía con intenciones de intimidarle? Porque lo conseguía, pero si creía que se iba a echar atrás o algo así estaba más que equivocado. Una vez llegaron al piso correspondiente le dirigió a su habitación, haciéndole entrar y cerrando la puerta tras de sí, ofreciéndole nerviosamente una bebida. Estaba nervioso, pero igualmente no quería hacer de eso algo tan frío, a fin de cuentas eran amigos desde que era pequeño, no era una persona que se encontraba y ya está en la calle, era alguien a quien siempre había amado, pero que le trataba de una forma que dolía.

Su respuesta a la pregunta de si quería beber algo le dejó ese tema claro, suspirando un poco y retrocediendo casi sin darse cuenta a medida que éste se le acercaba, aquello era ridículo, no le había llevado hasta ahí para ahora huir de él, ¿no? Pero pese al amor y deseo sentía un dolor desmesurado en el pecho a sabiendas de que aquello solo iba a ser algo especial y significativo para él. -Yo... no te estaba diciendo que no fueras a tenerme a mí...- murmuró nervioso en voz baja, sobresaltándose cuando éste le rasgó la camiseta, jadeando y mirándole a los ojos, dejándose hacer por el mayor. 

Quería decirle algo, pero éste le volteó cara a la pared, tensándose, ¿pensaba ir al grano ya, de ese modo, tan frío? Se agolparon las dudas en su mente mientras estaba con la mejilla pegada a la pared, cerrando los ojos y respirando hondo. Aunque al sentir como le hablaba al oído, con su aliento golpeando sobre su oreja, y aquellas caricias sobre sus labios le hizo sentir un fuerte estremecimiento placentero sin poder evitarlo, ese hombre era tentador, demasiado. Éste le volteó de improviso y le observó con las mejillas rojas y los ojos entrecerrados, lamiéndole esos dedos que tenía sobre sus labios, hasta que se los sacó y tomó su mano haciendo que la dirigiera a su miembro por debajo de las prendas, sonrojándose bruscamente al entrar en contacto con aquella zona íntima del mayor, pero tragando saliva ya agarrándoselo con firmeza mientras le miraba a los ojos. -No voy a echarme atrás...- susurró en voz baja, masajeándole suavemente.

Éste hizo lo mismo, metiendo la mano bajo sus prendas y agarrándoselo de una forma que le hizo cerrar los ojos y arquearse ligeramente entre gemidos, entreabriendo luego los ojos para mirarle directamente a los suyos, antes de que se aproximara a morderle el cuello, ladeando la cabeza y pasando un brazo alrededor del cuello de éste, agitado y muy ruborizado. -Caius...- susurró agarrándole un poco del cabello y haciendo que se separara un poco, mirándole a los ojos y dedicándole una suave sonrisa. -Quiero demostrarte... cuanto te amo...- susurró besando sus labios, primero suave y tiernamente, después con más pasión y desenfreno, lamiendo sus labios y luego buscando su lengua. A fin de cuentas Caius no buscaba ternura, buscaba sexo. 

Su mano sobre la hombría de éste se movió con más energía, sin necesitar que éste le andara sosteniendo la mano, mordiendo ligeramente su labio inferior y deslizando los labios seguidamente desde sus labios hasta su oreja, cerrando los ojos mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, no queriendo que éste le viera de ese modo y quedándose en esa posición, lamiendo y mordiendo ligeramente su lóbulo. -Siempre has sido tú, siempre he esperado por ti...- habló con voz suave, esperando que no se notara el temblor de su voz, descendiendo a darle besos en su cuello, deslizando el dedo pulgar sobre la punta de su miembro, estimulándole y buscando darle el mayor placer posible, por muy inexperto que fuera, tocándole como lo haría consigo mismo. -Soy tuyo, lo era antes, lo soy ahora, y lo seré siempre...- susurró ocultando el rostro en su cuello sin dejar de acariciarle.

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Cuando me respondió que no estaba diciendo que no lo fuera a tener me dió satisfacción su cara, su mirada, el temblor de sus labios aunque intentaba esforzarse por disimular ante mí. !Ah!, pero yo puedo ver através de sus intentos, desnudarlo; y si no, es lo que me he propuesto y no estaré satisfecho hasta haberlo logrado. Curvé mis labios con cierta sutileza y malicia, y le miré con cierto aire de desdén y desconfianza, y del mismo modo torcí una ligera mueca a modo de burla mientras me desafiaba con la mirada mientras me decía cómo no iba a retroceder en su palabra y actos. Y una vez hube rasgado su camiseta acorralándolo de inmediato, tocandolo, poniendolo a prueba, hablandole al oído, guiándole con su mano para que me retibuyese con sus acciones a las mías propias nunca pensé que lo estaría disfrutando con tal intensidad como me encuentro haciéndolo. De hecho, pensaba que si me desagradaba y probaba mi punto, simplemente le humillaría y me marcharía, pero ahora no hay forma de que eso suceda. Quiero tenerlo, por completo. La simple idea se transformó en algo visual, olfativo y ahora tangible y... degustable. 

En el momento en el que puse mis manos sobre su piel desnuda, tocando luego su hombría, probando el sabor de tu epidermis, de sus labios, oliendo su fragancia, sintiendo la suavidad de su cabello, de su voz, la firmeza de su suave piel, como respondía ya estimulado a mis estímulos y escuchando cada palabra que decía me hizo dar cuenta cuán excitado está, y de esa forma también me dí cuenta cuan excitado me encontro gracias a esto. Pues lejos de lo que pensaba, no solo me excitó la idea de acorralarlo, de hacerlo arrepentirse o de humillarlo y salir victorioso, sino que descubrí que saberlo tan real en ese sentimiento y sin ninguna falsedad me causó el mismo placer, incluso más.

Así que Noel realmente me amó todo este tiempo. Tal vez las palabras, un beso, forzarse a correspodner, tal vez su corazón palpitando con fuerza podría tratarse de miedo y nada más, pero el modo en que su cuerpo me lo confirma con tal excitación, tal humedad regandose cual río caudal por la punta erecta de su erección no podría ser fingido. Esa forma de corresponder a mi beso fue tremendamente caliente a la vez que algo... dulce. Los movimientos de su lengua los encontraba delectantes así como la pasión y sinceridad de sus palabras y entrega. 

Sus manos hicieron notar cuan duro me encuentro en estos momentos sí como su forma de besar mi cuello. No tengo idea del por qué, quizás el modo en que sucedieron las cosas, el simple hecho de experimentar dominio. Ahora no pienso en ello tanto como estoy pensando en poseerlo hasta lo último como amenacé que lo haría, porque ahora realmente quiero hacerlo. De modo que sin pensarlo le tomé del cabello atrayendole hasta dejar mis labios tocando su oreja.
- Entonces prueba lo que dices con aún más convicción. - Tras decirle eso le empujé hacia abajo haciendole acuclillarse con su cabeza entre mis piernas. Y mirandole a los ojos me desabroché el pantalón bajando el cierre y me extraje mi miembro masturbandolo un poco en frente de su cara, paseandolo luego por sus mejillas, esparciendole parte de mi pre semen por su cara, dando algunos golpes con mi dureza en su rostro, haciendole que rozase sus labios, entreabriendolos con mi pulgar mientras le miraba a los ojos desde arriba sin siquiera parpadear un solo instante. 
-Ten cuidado con lo que haces y con lo que no hagas, porque en ambos casos te puede costar la vida. - Le dije en tono amenazante por si se le ocurría morderme, o no hacer nada, aunque no estaba ya tan seguro si eso hacía falta, pero igual lo disfrutaba.

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Observaba el rostro de Caius, siempre le había gustado y fascinado, incluso desde antes de que se diera cuenta de los sentimientos que albergaba hacia él, desde que había sido bien pequeño había estado muy extasiado con éste. Le había gustado desde siempre verle entrenar, y por supuesto que siempre había atesorado más que nada su compañía. De hecho, pensándolo bien, tal vez por eso había querido ser cazador desde que era una criatura, bien pequeño, queriendo que fuera Caius el que le entrenara de aquella aldea donde vivían, aunque por supuesto en esa época era todo inocente, y solamente deseaba pasar tiempo con aquel chico tan fuerte e independiente que era Caius. Y lo consiguió, y entre ambos nació una amistad que junto a la de Yeul habían sido prácticamente el eje de su vida. Ahora sabía que sabiendo siempre lo que sentía Caius por su amiga había estado reprimiendo aquellos sentimientos desde el fondo de su corazón, aunque de igual manera sabía que nunca hubiera podido decirle nada al respecto por temor a su reacción, bueno, hasta aquella ocasión. ¿Pero ahora que tenía que perder? Caius manifestó su total desagrado a su persona de una forma dolorosamente sencilla, y dolía darse cuenta de lo poco que importaba a la persona que lo era absolutamente todo para él, y había acabado hablándole de sus sentimientos, ya le había perdido a fin de cuentas, ¿no? Caius parecía comportarse como si hubiera sido el único en sufrir por el fallecimiento de Yeul, y eso también dolía, como dolía infinitamente ver que nunca había importado de verdad a aquel hombre que era toda su vida.

¿Y qué estaba pasando ahora? Se estaba entregando en cuerpo y alma a aquella persona, y éste sencillamente parecía desea humillarle o algo así, pero no importaba, al menos aquella vez necesitaba estar con éste y sentirle, por mucho que su corazón se rompiera después, ahora solamente deseaba vivir el momento, y es que tampoco sería sencillo controlarse cuando siempre había deseado a ese hombre, y sobre todo si estaba tan cerca y le tocaba de ese modo, con su intimidad atendida por éste, que lo acariciaba de un modo casi maestro, al menos para él que no tenía experiencia alguna resultaba perfecto, sumamente placentero. Se entregó a sus labios besándole como siempre deseo, como el adolescente enamorado y fantasioso que siempre fue, porque había fantaseado muchísimo con ese hombre, y eso era algo que le impidió tener todo tipo de relación con nadie más, ese recuerdo de Caius en su mente, torturándole toda la vida, sabiendo que nunca sería capaz de enamorar a nadie más, y que ese recuerdo siempre se mantendría en su mente y corazón.

Era doloroso, que aunque estaba sintiéndole de esa manera, por fin podía rozarle y sentirle, fuera en esas circunstancias, estaba excitado, pero cada vez que le dedicaba alguna de aquellas palabras de burla sentía que una parte de su corazón se resquebrajaba, ¿cómo iba a finalizar aquella noche? No, no quería pensarlo ahora, lo que quería era sentirle, tenerle, y las consecuencias ya vendrían después. 

Le besaba su cuello y repentinamente éste le agarró de su cabello sin demasiados miramientos, haciéndole recordar nuevamente que éste estaba intentando humillarlo. "Si así te quedas a gusto adelante", pensó algo amargo, mirándole con los ojos entrecerrados, mostrándose jadeante y acalorado. Sus palabras le aturdieron un poco, ¿cómo deseaba éste que le probara sus palabras? Lo supo de inmediato cuando éste le obligó a agacharse y le puso enfrente de su miembro, parpadeando sorprendido y viendo como se tocaba y le decía de aquella manera tan poco agradable y cariñosa lo que debía hacer. ¿Era necesario demostrarle lo poco que le importaba? Se tragó sus lágrimas y alargó una mano para acariciar y estimular el miembro de éste, masturbándole de la manera que haría consigo mismo, como muchas veces ya había hecho pensando en éste. Y no tardó demasiado en acercarse cerrando los ojos y lamerle la punta lentamente. Que decir que nunca había hecho tal cosa, no quería meter la pata ni hacerlo mal, tal vez debía dejarse llevar como pudiera, cuidando de no hacerle daño ni nada con los dientes... realmente estaba muy nervioso. Volvió a lamerle la punta y seguidamente comenzó a lamerle toda la extensión, toda esa longitud que no era poca, notando ese extraño sabor, pero nada desagradable, tal vez porque se trataba de Caius, quien sabe. COn sus ojos cerrados y queriendo complacerle, hacerle sentir bien, se metió la punta entre los labios con lentitud y empezó a introducírselo en la boca, aunque detuvo ese ritmo lento pensando que le desagradaría a éste y se lo metió en la boca con más rapidez, aunque nervioso, presionando los labios en su carne y metiéndoselo todo lo que le fue posible sin sentir arcadas, y en ese punto comenzó con un vaivén que empezó más lento, aunque no demasiado, metiéndoselo y sacándolo de su boca, aumentando el ritmo cada vez más, abriendo los ojos un poco tan solo para poder observarle en ese momento, rogando internamente que no siquiera mostrándose tan cruel.

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¿Quién me hubiese convencido diciéndome que algo así me gustaría? Siento una especie de apasionamiento tan intenso en estos momentos que no se puede creer. Cada toque de sus labios en mi piel, en cada porción escendente y descendente la disfrutaba realmente como nunca imaginé. Este chico... Ha destapado en mí la caja de Pandora... 

De inmediato me complace como le ordeno sin aparentar sentirse forzado a pesar de mis palabras y al contrario, pareciendo muy dispuesto. Se entrega de un modo abrumador que me hace sentir deseos intensos y anormales de consumirlo hasta las últimas consecuencias. Tras unos instantes de verle llegar al punto de las lágrimas, pero prosiguiendo de manera tan deliciosa, mirándome a los ojos mientras era atendido por sus manos, dedos, lengua y labios, tal imágen me genera una mezcla de deseos. Doy rienda suelta a la pasión pero siento que me reprimo y no me gusta pero no quiero saberlo por ahora. Solo sé que sentí el impulso de jalarle por os cabellos haciéndole sacárse mi miembro de la boca y mirárme desde su posición actual mientras acaricio levemente su mejilla sin soltarle con mi otra mano del cabello que aún mantengo sujeto con firmeza para sujetarle y que me mire a los ojos.
- Usa tu lengua de a menos que tengas algo que decir mientras espero tu respuesta.  Veamos si realmente llegarás hasta lo último por mí y procede a prepararte tú mismo con tus propios dedos.  - Dije con un brillo especial en mi mirada. 
- Dime, ¿Te gusta? -  En ese momento se supone que era una pregunta para intentar humillarlo, pero realmente quería saber más que nada si era así. No es lo mismo imaginar que vivir una experiencia y tengo que saber si realmente está siendo una especie de tortura para intentar organizar mis ideas. Pero no me detendría fuera la respuesta que fuera, solo necesitaba saberlo y punto.

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Aquello debía reconocer que le gustaba, pero seguramente lo disfrutaría mucho más si Caius no estuviera siendo tan frío y cruel en su forma de tratarle, pero no es que fuera a ocurrir aquello que tanto ansiaba y necesitaba, su amor no iba a verse correspondido mágicamente por éste, Caius no le deseaba, parecía querer tener sexo con él, cosa que tampoco hubiera imaginado hasta ahora, pero claramente no iba a haber más que eso. Aquello era sexo, y además era un juego en la que el mayor se dedicaba a humillarle, y aquello dolía inmensamente, y aun sabiéndolo no iba a detener todo aquello, iba a ser suyo aunque fuera de aquella manera, aunque sabía que más tarde seguramente se arrepentiría de haberse entregado a alguien a quien no importaba nada, por mucho que él si se desviviera por éste. Pero aunque sea quería satisfacer aquellos instintos que sentía. Le amaba, pero también le deseaba enormemente, y si tan solo iba a poder disfrutar de aquello lo disfrutaría.

Prefería mil veces que su primera vez fuera con Caius, aunque de aquella manera, a que fuera con cualquier otro que ni en sueños podría llegar a amar tanto como amaba al que siempre consideró un gran amigo, lástima el darse cuenta de que a la inversa nunca fue de ese modo. La verdad es que Caius le estaba clavando dagas ardientes en su corazón desde el mismo momento que se habían encontrado. E igualmente pensó que igual debía estar sufriendo mucho por la muerte de Yeul, la única a la que realmente si llegó a amar, si Caius muriera sabía que nada tendría sentido para él, perder al ser amado era espantoso, aunque igual lo era sentir su desprecio.

Estaba lamiendo su miembro cuando siente el jalón de su cabello, mirándole sorprendido y temiendo haber estado haciéndolo mal y que se hubiera molestado, aunque por sus palabras no lo parece. ¿Estaba jugando con él? Si tan solo fuera consciente de que moriría por éste... no es que fuera a morir si se lo pedía, pero si que daría su vida por protegerle si hiciera falta, era algo que tenía completamente claro, soportaría el peor de los sufrimientos si con ellos le mantuviera a salvo. De ese modo le hablaba. Sintió deseos de llorar, pero se mantuvo firme, no le daría al menos ese gusto, el gusto de verle derramar lágrimas angustiadas debido a aquello que sentía tan intensamente en su pecho. 

-¿Qué?- se sorprende cuando le pide que se prepare, sobre todo porque no sabía muy bien como proceder en aquellos temas, pero asiente únicamente con la cabeza y se lame dos dedos, desviando la vista con mucha verguenza, llevando luego aquellos dedos a su entrada para acariciar su entrada e introducir un dedo poco a poco en su interior, cerrando los ojos ante la incómoda sensación que eso le proporcionaba, abriéndolo al oírle preguntar y esbozando una sonrisa que pareció un poco amarga. -Me gustas tú...- susurró en voz baja, cosa que no incluía que le gustara su forma de tratarle. Mientras se iba introduciendo más aquel dedo no quiere dejar atendido al mayor y se acerca a su miembro, volviendo a lamérselo mientras se lo sostenía con la mano libre, lamiéndole la punta dedicadamente y luego toda su extensión mientras jadeaba de una forma un poco más acelerada, sonrojado.

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Mi necesidad de desahogarme toda la frustración que llevo dentro, todo el coraje, todo el deseo, todo el amor... era tan latente, pero no era únicamente debido a ello que tenía que tener a Noel, era porque realmente así lo quise. Me siento solo y con demasiada energía y ningún deseo o motivación real. De modo que Noel se ha vuelto todo eso ahoro de forma involuntaria y casi inconsiente. Por eso pensaba disfrutar de él al máximo.

Su lengua, labios, saliva, manos y forma de tocarme, chuparme, lamerme mientras me miraba y accedía a realizar todos mis caprichos era asombrosa. Me dejaba impresionado que lo hiciera a voluntad propia sin que lo tuviera que amenazar con nada, sin deseos algunos de retractarse. Aquello era real... su amor era... real. No podía creer tal cosa, o más bien, aún peleaba en mi interior por aceptarla del todo. Pero su forma de responder a mi pregunta final de alguna manera me hizo sentir responsable. 

Ahora acariciaba su pelo con suavidad y le miraba de manera diferente.
- Lo haces mejor que nadie. - Fue mi máximo elogio espontáneo y sin reservas. Entonces le hice ponerse de pie levantándole por sus axilas tras retirarle mi miembro de la boca. Ahora nuestros labios estaban muy de cerca y le atraje por las nalgas pegandole contra mí, tras lo cual tomé luego los dedos de la mano con la que se estuvo dilatando y preparando para mí y los olfateé relamiendome para luego lamerlos y finalmente devorar su boca y lengua descubriendo mi propio sabor en ella y sus labios y saliva. 

El beso era tan caliente como se sentían nuestros miembros pegados y su cuerpo, hasta que lo deshice.
- ¿Por qué vienes a complicarlo todo? - La pregunta no era para él, me la estaba haciendo a mí. Me estaba complicando, me estaba confundiendo. No debía haber reaccionado del modo en que lo hice. Me tomó vulnerable. No, era mi voluntad, pero ¿por qué? Le deseo, es lo único que mi cuerpo y mente saben ahora, aunque se sientan confusos en otros sentidos. 

Le llevo a la cama aventándole y de inmediato me coloco sobre su cuerpo con intenciones de dominarlo por completo. mis manos tomaban sus muñecas y las elevaban dejandolas contra el colchón. Sí, debía cambiar mi estrategia. Mis dientes se encargaron de mordisquear una de sus orejas.
- Deberías tener mucho ciudado de a quien le entregas tu corazón... - Le advertí resistiendome a creerlo lo más que pude. Me quise decir que era solo deseo mal canalizado, admiración quizás, pero no amor. Estaba confundido, Noel me había sembrado nuevas dudas en mi mente y estas se reflejaban en mi propio ser e interior. En mis deseos, en mis ansias mal canalizadas. Me estaba obsesionado. 

Mordisqueé su cuello y devoré sus labios sintiendo nuestra dureza tocarse, sintiéndole debajo de mí, deseando que separase sus piernas sin que hubiese necesidad de que se lo dijera o diera a entender, por lo cual me encontraba conteniendome para probarlo.

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Aquello era un tanto humillante, no podía dejar de pensarlo, no el hecho de hacerle aquello a Caius, era su modo de tratarle, tan cruel, se empezaba a sentir como una especie de vulgar prostituta ante el mayor, y aunque era algo que dolía intensamente su pecho la verdad es que no podía ni quería detener lo que estaba aconteciendo en aquella habitación de hotel, porque pese a sentirse de ese modo le amaba de una manera intensa y sincera, estaba completa y absolutamente enamorado de ese hombre, estaba loco por éste. Y por eso estaba continuando con aquello. Después de eso ambos no volverían a encontrarse de ese modo, claramente, y de todas formas siquiera creía poder permanecer en aquella ciudad después de algo como eso, y sobre todo con el dolor de saber que ese hombre nunca conseguiría no solo amarle, sino sentir aunque fuera un pequeño afecto real hacia él. Saber que el único punto de unión que tuvo nunca con éste era Yeul le conseguía dañar severamente el corazón, porque por su parte siempre hubo un amor sincero e inocente, aun cuando era demasiado joven como para darse cuenta de aquello que sentía. Pero por parte de Caius no hubo nada, por eso se fue cuando ella murió, sin siquiera molestarse en explicarse ante él, ni despedirse ni nada, ninguna palabra por su parte. Darse cuenta de todo aquello le suponía una enorme tristeza.

En algún momento el mayor le empezó a acariciar el cabello de forma suave, cosa que le sorprendió bastante, mirándole de reojo y oyendo el elogio por su parte, bueno, al menos había algo que parecía agradarle de él. Y la verdad es que le hizo sentir algo bien saber que estaba haciéndolo correctamente y que disfrutaba con aquello siendo su primera vez en aquellos temas. Sintió que le tomaba de las axilas para ponerle en pie, mirándole con curiosidad y también temor de como se fuera a seguir comportando o hablándole.

Éste le pegó a su cuerpo tomándole de las nalgas, acto que le hizo jadear con placer, entrecerrando un poco los ojos, observando con excitación como a continuación se metía los dedos a la boca, lamiéndoselo, tragando saliva ante aquella imagen, era de verdad excitante. Guardó silencio y cerró sus ojos cuando el mayor unió sus labios en un beso ardiente, correspondiendo con intensidad y ganas, transmitiéndole deseo, pero cargados de un cariño que era imposible de esconder. Al separarse sus labios oye aquella pregunta, no entendiendo a que se refería. -No es mi culpa, fue un encuentro casual...- contestó confuso y sin darse cuenta de que siquiera se estaba dirigiendo a él. 

En medio de esa pequeña confusión el mayor le llevó a la cama, empujándola contra ella y situándose encima para aprisionarle contra la cama, sujetándole de los brazos, a lo que no opuso ninguna resistencia. Deseaba aquello intensamente, por mucho que a la par le doliera. Suspiró y gimió levemente cuando éste le mordisqueó la oreja, consiguiendo con aquello que se agitara más, cerrando los ojos al oír aquellas palabras, no contestando de inmediato, disfrutando de las atenciones en su cuello y posteriormente el beso en sus labios, correspondiendo y apartándose entre jadeos de placer, mirándole fijamente a los ojos. -Por ti... daría mi vida entera...- susurró en voz baja, levantando un poco la cabeza para besar sus labios. -Mi corazón no te lo entregué yo, tú me lo quitaste hace años- murmuró apartándose de sus labios y con sus ojos vidriosos. -Y deseo que continúe ahí...- acabó moviendo las caderas hacia arriba, rozándose contra la dureza de éste, abriendo después sus piernas para rodeare las caderas al mayor, volviendo a moverlas para friccionarse contra su miembro. -Te amo- susurró cerrando los ojos luego de decir aquellas palabras, presionando más sus piernas en tornos a las caderas de éste.

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Responde a mis pensamientos que escaparon de mis labios que no era su culpa, que esto ha sido solo un encuentro casual. ¿Me alegraba de eso? Claro que me alegraba, fuera por las razones que sean. Por que gracias a ello me pretendía desquitar, desahogar, divertir. Pero había más, no era solo eso. Realmente me hacía cuestionarme si alguna vez realmente le odié o si tan solo fue por culpa de mi obsesión a Yeul que empecé a verlo de esa manera. Tambien me empezaba a cuestionar, ¿por qué me acabé obsesionando con ella? Quizás dentro de mí siempre he sabido el verdadero motivo de tal cosa in-admisible. Al final todo me acaba conectando a él. 

¿Noel me estaba enloqueciendo? Era demasiado que acatase todas mis órdenes sin titubear sin cansarse de soportar mis desafíos, intentos de humillaciones, que aceptase ser dominado gustosamente, que me proporcionase sexo oral de aquella manera y que encima cooperase con sus propios dedos tal y como le puse a prueba antes. Y ese rostro, su cabello, sus labios, su lengua, sus ojos, su mirada, su voz, su cuerpo... me gusta, me enciende... 

Mi cuerpo aprisiona al suyo, le acorrala sobre el colchón y él se muestra tan deseoso de ser manejado por mí, suspirando, gimiendo, mirándome de aquella manera, haciendome experimentar algo demasiado intenso por tratarse de quien se trata y no de cualquier persona al azar. Noel, a quien conozco desde que era un crío, a quien traté como a un hermano menor, a quien entrené y a quien consideré mi único y verdadero amigo, este muchacho que siemrpe me pareció especial, de hermosa apariencia y que ahora me resulta tan sensual que no puedo si no fingir dudar de cuando es que comencé a verle de esa manera, porque sé en el fondo cual es la respuesta. Entonces habla y cada cosa que dice me logra afectar pese a que intento mostrar lo contrario. 

Siento ese genuino contacto en mis labios que me proporcionaron los suyos para luego seguir escuchándole hablarme así, viéndome con aquellos ojos vidriosos, moviendose, abrazándome con sus piernas e incitándome mientras yace bajo mi dominio de manera especialmente voluntaria como respuesta a mi espera anterior. Tal cosa se suponía me haría sentir complacido, pero sus palabras finales, el modo en que hizo y dijo todo aquello, sus acciones y expresiones, sus labios y movimientos, su forma de desearme y dejarmelo saber sin reparos me hicieron sentir realmente cada cosa que él sentía.
- No tienes idea de lo que acabas de decir.... - Mis ojos se entrecierran mirándole con cierta suavidad mientras una de mis manos proporcionaba una suave caricia a su mejilla y se detenía apretando con mis dedos a sus mejillas para hacérle abris sus labios. 
- pero yo haré que te enteres lo que significa pertenecerme... - Presioné mis labios violentamente contra los suyos y me dediqué a morderlos y succionarlos mientras sostengo mi miembro y me masturbo contra su entrada, frotandole mi glande, presionándolo contra ella.
- Noel... - Hundo mi lengua dentro de su boca a la vez que me siento atravezar su estrecho anillo de carne previamente dilatado por sus propios dedos y continúo deslizándome dentro suyo, ni rápida ni tan lentamente, simplemente de manera prudente, pero sin parar hasta entrar por completo mientras mis manos iban rápidamente a tomar las suyas dejándolas nuevamente contra el colchón. Succiono entonces su lengua con ansias de arrancarla mientras mi pelvis comienza un lento pero firme vaiven donde me siento chocar contra sus caderas y nalgas, sintiéndome a mi vez chocando suavemente con sus testículos y sintiéndo a los míos hacerlo entre sus nalgas. 

Su interior era tan caliente y me envuelve y estrecha de froma abrasadora. Le siento a su vez vibrar con intensidad en su exterior,con sus pezones tan erguidos y con su sexo tan endurecido y húmedo que me lograba hacer sentir tan apasionado como nunca en toda mi vida disfrutándole de aquella manera. De modo que me aparté de sus labios en algún momento, dejándo de devorar su lengua para mirárle desde cierta distancia meintras le embestía, incrementando gradualmente la potencia. Sin embargo me detuve y nos hice girar repentinamente dejándole sobre mí ahora con mis manos puestas sobre sus caderas.
- Móntame. - Demandé apretandole por una nalga para luego azotársela mientras lucía una cínica y y retorcida mueca ladina.

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¿Estaba siendo demasiado entrado a un hombre que solamente le estaba usando para desquitarse? Seguramente la respuesta era que sí, se estaba dejando llevar y le estaba entregando todo de él. Le entregó su corazón y su cuerpo, le estaba dando su primera vez, le estaba dando incluso su vida misma, a un hombre que parecía desear humillarle, hacerle sentir mal, alguien que incluso por momentos parecía tenerle odio solamente por haber creído que amaba a Yeul. Dios, quería a Yeul, muchísimo, pero siempre fue algo fraternal, era como una hermana a la que debía cuidar, un especie de ángel, dulce y cálido, atenta, alguien que siempre tenía las palabras adecuadas para hacer sentir mejor a los demás. Si hubiera amado a Yeul habría sido un sentimiento más dulce y feliz, de eso estaba seguro, aun sin ser correspondido por ésta. Pero no era así, no la amaba, la quería simplemente, a quien amaba era a Caius. 

Y amar a Caius si era algo muy doloroso, y siempre lo había sido, y ahora más que nunca era desgarrador, triste, algo que se le metía dolorosamente en el pecho, hasta el corazón, punzante y ardiente, y ahí permanecía removiéndose con violencia. Era tan triste estar entregándole todo su corazón y que éste respondiera con humillaciones, tratándole mal, regodeándose en un acto que por su parte era de total amor, pero que por parte de Caius era... ¿qué era? ¿Desquite? ¿Venganza? ¿Quería simplemente someterle para saberle superior. Y aun sabiendo todo aquello le era imposible comportarse de aquel modo, no podía rechazarle, deseaba ser suyo al menos una vez, y aunque éste no lo valorara deseaba hacerle saber sus sentimientos, decirle que le amaba, que era suyo, que estaba loco por él, todos aquellos sentimientos que por tanto tiempo había dejado oculto en el fondo de su corazón. Que tonto estaba siendo, o eso era lo que pensaba, y tal vez aunque disfrutaba del acto sexual a la vez estaba sufriéndolo, por eso no podía evitar sus ojos vidriosos.

Después de decirle aquellas palabras amorosa éste dice aquello que aunque podría sonar como una amenaza no fue del todo así, al menos habló de una manera más suave, no cruel como antes. Sintió la caricia en su mejilla y abrió los ojos cuando éste apretó los dedos en su rostro, mirándole y sintiéndose algo confuso, le notaba algo diferente. Éste vuelve a hablar y siente un estremecimiento, algo asustado de pronto, pero éste le besa impulsivamente, de forma fuerte y violenta, y únicamente se siente capaz de corresponder al beso como puede, con deseo, sacando la lengua para rozar sus labios, su lengua e incluso sus dientes, mientras era mordido de ese modo tan placentero e incitador. 

Pero sin duda lo más desquiciante fue sentir como rozaba su miembro en su entrada, notando las fricciones de su punta, moviendo sus caderas sin miedo, solamente con deseos de que le tomara, de que se funcionaran en un solo ser cuando sus cuerpos conectaran de aquella manera tan precisa, deseaba enormemente que le hiciera suyo de una vez por todas. Le mira a los ojos cuando éste dice su nombre, dándose cuenta de lo hermoso que sonaba oír su propio nombre de labios de la persona amaba, más en aquella situación. Cierra los ojos al momento de que éste le metiera la lengua en la boca, abrazándole con fuerza y correspondiendo con pasión mientras a la vez éste se iba introduciendo en su interior. 

Le dolió, ¿para qué negarlo? Era su primera vez, y aunque se había preparado con sus dedos aquello era mucho más que sus dedos, se tensó un poco incluso, pero el beso le conseguía distraer, notando como le succionaba la lengua, eso le hizo relajarse un poco. Caius no estaba siendo brusco tampoco, estaba siendo firme, pero parecía poner cuidado, ¿estaba siendo considerado con su primera vez? El pensamiento le hizo sentir feliz, entreabriendo los ojos para verle cuando finalmente le tuvo dentro por completo. Gimió dividido entre el dolor y el placer cuando éste se separó de sus labios, dejándolos conectado por un pequeño hilo de saliva, jadeando y acariciándole suavemente sus brazos. -Te amo...- susurró en voz baja, acabando con un gemido, éste había empezado a moverse, y eso le hacía jadear con más fuerza, aferrándose ahora a sus fuertes brazos, no dolía tanto como esperaba, ¿o es que ese dolor era a su vez placentero y por eso se le hacía mucho más soportable? 

En ese momento el mayor hizo girar sus cuerpo, parpadeando sorprendido al verse de pronto encima de Caius, oyendo como le pedía montarte y tragando saliva algo pesadamente, con su rostro muy encendido para acabar esbozando una pequeña sonrisa. Gimió ante el azote, mordiéndose los labios. Sus manos se deslizaron por el pecho de éste, acariciándolo, inclinándose para besar su pecho y subir a los labios ajenos, lamiéndoselo. -Te amo...- repitió aquellas palabras con sus ojos cristalinos, mirando los de éste y pasando unos dedos por su mejillas. -Nunca podrías hacerte una idea de como...- sintió que iba a echarse a llorar, y antes de hacerlo comenzó a moverse, primero en un ritmo suave, acostumbrándose tanto a aquella posición y movimientos de caderas, como a la sensación, pero poco a poco aumentando aquella intensidad, soltando gemidos moderados. Posó las manos en el pecho de éste, empujándole para recostarle totalmente en la coma y tenerlo como punto de apoyo e impulso, consiguiendo levantar y bajar las caderas con comodidad y haciéndolo ahora bastante más intenso, dando saltos sobre sus caderas y empalándose de forma cada vez más brusca. Sus gemidos en algún momento dejaron de ser moderados y se convirtieron en gemidos de placer largos y fuertes, arqueando su espalda y apenas pudiendo creerse que un placer así fuera real ni que lo estuviera experimentando por la persona que siempre amo. -Caius... mereció la pena esperar...- consiguió hablar entre gemidos, arañándole el pecho un poco, abriendo los ojos para verle, pero sus ojos continuaban presentándose aguados, más ahora no se dio cuenta, solamente existía Caius en ese momentos, Caius y el placer que le estaba haciendo sentir. -T-te amo... te amo, te amo...- comenzó a susurrar, bajando la velocidad con la que se movía para agachar su rostro y besarle. -Te amo...- susurró sin apenas darse cuenta de que algunas lágrimas cayeron sobre el rostro de éste, mordiéndole el labio inferior y volviendo a la posición anterior, reanudando aquel ritmo, saltando sobre su miembro, autopenetrándose entre gemidos. 

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Me molestaba admitir que Noel siempre me atrajo, que me gustaba desde siempre, que me empecé a fijar en Yeul hasta obsesionarme con amarla porque quería dejar de lado esa tontería que me pasaba con Noel. Y tanto fue así que fue mi secreto mejor guardado, incluso me lo guardaba de mí mismo para no acordarme, para no admitirlo. Me molestaba que al final ella nunca fue para mí y que él siempre estuvo en medio de todo. De dejar de pensar en él para poder pensar en Yeul por estar siempre con ella, y de no poder siquiera conseguir su amor porque siento que por él es que eso nunca pudo ser. ¿Acaso ella le llegó a amar? Sentía celos y mis celos no eran buenos ni lógicos y lo sabía. Eran celos más allá de lo enfermizo por que eran dobles, por causa de Yeul ante Noel y por Noel ante Yeul. Quise enfocarme en que Noel me quitaba a Yeul y no era por otra cosa que por no admitir que era Noel el causante verdadero de mis tumultos. Se supone que iba a ser todo para Yeul, pero no pudo ser nada, nada. Y realmente la llegué a querer y hasta a amar, me obsesioné y no fue bueno. Y ahora de nuevo aparece Noel a irrumpir y causar violentas emociones en mi vida.  

Qué irónico es todo. Me dice que me ama y acabamos en la cama. Nunca aprendo de mis errores. Siento que de nuevo estoy a punto de cometer otro fatal. Porque si me vuelvo a obsesionar como con Yeul, esta vez todo acabará mucho peor y en un verdadero Caos. Pero mucho me temo que una vez he comenzado a obsesionarme ya no hay marcha atrás. Ahora es Noel, la raiz de todo desde el principio. 

¿Me dice que me ama y acaso cree que con eso será suficiente? Pues evidentemente quiero desquitarme por muchas cosas que se contradicen, pero es mi manera de ser. De todos modos ya no puedo ni deseo otra cosa que no sea a él y continuar escuchando que me ama, que soy todo eso que ha dicho o que deje de mirarme de ese modo. Sí, lo quiero ahora todo, absolutamente todo de él. 

Sus labios llegan a los míos cuando le demandé que me montase, y tras otro te amo siento como desliza su lengua por ellos mientras sus ojos lucen como dos lagunas perturbadas en la superficie por causa de alguna piedra. Sabía que era yo esa piedra en ambos ojos suyos que le acarreaba tal tumulto. Mi corazón comenzaba a latir, sintiéndose extremadamente caliente ante sus palabras y tacto. Esto es verdadero, es real, no lo estoy simplemente deseando yo solo, no es una mentira, no es por una apuesta, no es por retarme y nunca acepté por Yeul o por humillarlo simplemente y ya era hora que dejase de pretenderlo. Siempre le he querido y ahora daré rienda suelta a estos sentimientos que suprimí  mucho antes de asimilar y admitir. Fue la forma en la que me dijo esas palabras, la forma en la que su cuerpo reaccionaba, la forma en la que sus ojos me miraban y se humedecían desbordantes, la forma en la que me dio esa simple cairicia en mi mejilla mientras cumplía sin dudar a mis exigencias y rudezas. Noel vino a hacer todo nuevo para mí y por supuesto que tenía miedo. Miedo de que todo acabase fracasando en alguna manera. Esta vez no sabía que sucedería, pero no iba a ser nada bueno. Y eso, sí lo sabía. ¿Lo sabría él? Burlarse de mí podía resultarle tan fácil ahora si lo quisiera que me aterraba. Pero sabía que Noel no era como yo y me dejé de resistir tomándole de la nuca nuca para atraerle a mis labios y devorarlos en un hambriento beso mientras disfrutaba de lo bien que Noel me montaba. Parecía dolerle pero al mismo tiempo esforzarse por complacerme y por disfrutarlo. Pero, ¿Lo disfrutaba o simplemente me complacía? Tal pensamiento me provocó todas las ganas de hacerle sentir lo mismo que él me hace sentir. De modo que tras sus insistentes palabras mientras me montaba y frases que nunca imaginé que pudieran estar destinadas a mí por su parte, al sentir sus lágrimas caer sobre mi rostro golpeando como goterones pesados y recorrer mi rostro sin dejar de moverse sobre mí, besándo mi rostro luego le cogí por las nalgas ayudándole a cabalgarme mejor. Y le miré a los ojos, fijamente, deseoso, encendido totalmente por sus sentimientos. 
- Eres hermoso Noel. - Mis ojos le acarician junto con la palma de mi mano puesta sobre una de sus mejillas, enjuagándola levemente con al deslizarla por ella.
- Eres precioso. - Mi mirada se pacificó al sentirle tan cálida y sincera como sus palabras y su voz.
- ¿Y sabes qué también eres? - Le miro posesivamente y le  hago girarse y quedo sobre él sin salirme de su abrasador interior ni despegar mis ojos de los suyos mientras cambiaba de posición rápidamente.
- Mío. - Le sostuve por las piernas y le embestí de este modo, yendo a besar su cuello, su hombro, recorriendo con mis labios sus clavículas y de la base de su cuello, pasando por su nuez de Adán hacia su mentón, mordiéndolo, buscando luego sus labios y repitiendo posesivamente:
- Mío. - Coloqué sus piernas sobre mis hombros para dejarlas muy bien elevadas y poder apoyarme sobre la cama y embestirle con retitud, retirando mi miembro casi por completo y volviendo a introducirme mientras succionaba y mordisqueaba sus labios. 
- Dí a quien le perteneces, quiero escucharlo nuevamente... - ¿Era una exigencia o una petición? Mi corazón es un guerrero autónomo que no sabe de condiciones para atacar y que espera cualquier ataque menos uno como este, uno donde yo mismo permita que me ataquen dando la más cordial de las bienvenidas mientras siento el sexo de mi amante friccionarse tan caliente y tan palpitante y tan húmedo contra mi abdomen, mientras siento su apretado interior succionarme y hacerme palpitar mientras el suyo propio palpita intenso y caliente, mientras sus sonidos invaden las defensas de mi sentido auditivo, mientras el sentido de mi vista se acumula de deseos al verle de manera sudorosa, jadeante y sensual que mi corazón comete el error de fllarm en un latido en el que le doy la posibilidad de derrotarme. 

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Le era imposible impedir que le traicionasen sus emociones, aunque no quería verse estúpido a ojos de Caius, no quería verse patético por estar casi llorando fruto de las emociones que le causaban ese hombre, de lo mucho que le amaba y lo mucho que le dolía a su vez que ese amor tan profundo que le albergó desde que era un niño no era ni remotamente correspondido. De todas formas siempre tuvo presente que ese amor que sentía por Caius nunca se vería correspondido, sabía desde pequeño que éste se desvivía por Yeul, que era la persona que él más amaba, y siempre lo había aceptado. Solo que al menos siempre pensó que eran amigos, y luego Caius se marchó dejándolo sin una palabra, y al reencontrarse había manifestado ese desprecio. ¿Pero y ahora? ¿Qué estaba pasando realmente en ese momento? ¿Por qué estaban haciendo aquello? Sabía porque lo hacía él, ¿pero por qué lo hacía Caius? Estaba siendo posesivo, intenso, y a la vez brusco, rudo, realmente no sabía que pensar de éste, aunque si era deseado por Caius se sentía satisfecho... aunque luego pisoteara su corazón.

Por dios, él siempre le amó del modo más generoso y desinteresado, siempre se conformó con ser su amigo, y siempre deseó que fuera feliz, aunque fuera con Yeul, y si ambos hubieran empezado una relación habría mostrado alegría, se habría sentido bien al saber que las dos personas que más le importaban eran felices juntos, aunque a su paso se le rompiera el corazón en mil pedazos. No quería que éste pensara lo contrario, era sincero y siempre lo fue. Lo era ahora, mientras le decía esas palabras de amor, mientras le tocaba, mientras se entregaba, en cuerpo y alma.

Cuando se le monta encima para montarle de ese modo, sintiendo esa ardiente mezcla de dolor y placer, llorando casi sin ser consciente de ello, éste le besa tomándole de la nuca y corresponde apasionadamente, más entregado a ese hombre a lo que nunca se entregó a nada más. Lo que le sorprendió fue cuando luego de cogerle de las nalgas éste le llamó hermoso, mirándole con los ojos bastantes abiertos ante ese repentino halago del mayor, sintiéndose bien al saberse de aquella forma a sus ojos. Éste le acarició la mejilla y luego le dijo que era precioso. Sonrió un poco oyéndole, moviendo las caderas hasta que luego de preguntarle de quien era giró sus cuerpo, quedando ahora bajo el cuerpo de Caius, que inmediatamente le siguió embistiendo mientras le proclamaba suyo. Gimió placenteramente y sus manos se aferraron a las sábanas mientras su cuerpo se mecía violentamente bajo sus embestidas. Éste le pregunta a quien pertenece y ahora alza sus brazos para acariciarle su espalda y su cabello. -Soy tuyo... siempre he sido tuyo, mi corazón, mi cuerpo, mi alma- susurró entre gemidos.-Y siempre lo seré... aunque me desprecies, aunque me odies- sus ojos se volvieron a humedecer y presionó los dedos en la nuca de éste, cerrando los ojos y atrayéndole a besar sus labios lentamente, lamiéndoselos y mordiéndoselo. -Creo... que no aguantaré mucho más...- murmuró sintiendo su cuerpo temblarle, sintiendo próximo su orgasmo, arañándole la espalda, presionando los uñas sobre su piel y abriendo los ojos para volver a ver a los de éste, sintiendo que su cuerpo palpitaba más que violento en su pecho. -Te amo...

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